Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Sistema y
fenómeno de la corrupción
1.-
Cuando hablamos de un sistema nos referimos a algo que
funciona en forma constante, uniforme; responde a una organización debidamente estructurada; diseñada de tal
forma que nada está aislado, todo va
concatenado. La uniformidad es la
esencia que identifica a un sistema.
2.- Un sistema social genera toda una serie de fenómenos que le son
inherentes, le acompaña a todas partes, como la sombra sigue al cuerpo; es
una totalidad de piezas presentes en el medio social y no
desaparecen mientras se mantenga el
cuerpo que las aloja.
3.- Al sistema capitalista, sin importar que
sea desarrollado o subdesarrollado, le
acompañan, en forma indisoluble, fenómenos que le son propios, no
puede liberarse de ellos
porque les son innatos a su existencia en cualquier sociedad.
4.- El
de la corrupción es de los
fenómenos sociales propios del capitalismo;
hay una ligadura tal que uno no existe sin el otro. La corrupción
florece, brota de las entrañas mismas de
ese ordenamiento económico, político y social.
5.- La corrupción no se
presenta de inmediato, sino
que lo hace lentamente, poco a poco; calmadamente va siendo asimilada, suavemente
penetra en la conciencia de amplios segmentos de la comunidad.
6.- La
inserción del fenómeno de la
corrupción en la sociedad es consecuencia del deterioro del sistema que le
sirve de sustentación; así como se agrieta el ordenamiento económico, se va
cuarteando el medio social.
7.- El proceso de agrietamiento social-como
es el caso de nuestro país-llega a un grado tal de descomposición que no es
posible recomposición alguna; en esa etapa la putrefacción se hace
insoportable, la corrupción toma el
imperio y domina la sociedad. Se hace imposible soportar la putrefacción, la
pudrición que se siente en el ambiente.
8.- La sociedad dominicana actual es un vivo
ejemplo de lo que es un medio dañado, en el cual la corrupción es más fuerte
que todas las instituciones que componen
el Estado. La perversión, el desenfreno se advierte por todas partes, la degeneración es notoria,
y la amoralidad es aceptada como parte
de la cotidianidad.
II.- Modalidad y poder de la corrupción
9.- La corrupción penetra en la sociedad mediante diferentes
modalidades; se desarrolla con distintas particularidades tomando en cuenta el
alto o bajo desarrollo del sistema
social que la genera, y la manera de como influye cambia de una persona a otra.
10.- Porque
sabe que actúa en forma sucia, por muy estúpido que sea o aparenta ser el corrupto, trata de no ser
chapucero en sus actuaciones; chapucear
no es normal en el corruptor ni en el
corrompido. Ambos tratan de operar con habilidad, ser perfeccionistas, nunca
desmañados.
11.- Al momento de incurrir en una acción
corrupta, el corrupto trata de perpetrarla sin dejar el menor rastro, porque
supone que la más leve señal puede ponerlo al
descubierto. La clandestinidad, ocultar, mascarar, o de cualquier forma
tapar, favorece al corrupto.
12.- A veces, la corrupción se hace notoria, se advierte sin mucho
esfuerzo, mientras que en otras ocasiones
hace acto de presencia con mucha sutileza,
armada de argucia cuando su
portador es muy agudo y procede con suma fineza.
13.- La corrupción es ejecutada con habilidad, con alta dosis de
ingenio, aunque también se practica con impericia. La actitud del actor
determina si la operación corrupta ha sido la obra de un habilidoso o un
estúpido.
14.- El corrupto, en determinadas ocasiones deja huellas y siguiéndolas es posible descubrir sus
fechorías; si la exploración da como resultado la comprobación de la operación dolosa, es posible ponerla en
evidencia ante la sociedad, aunque ésta
al final no resulte resarcida por el daño recibido.
15.- Los corruptos tratan de operar ingeniosamente para alcanzar
el objetivo delincuencial que se proponen, estar al margen de la justicia, disfrutar de impunidad; y contar
con aliados que sirven para apañar sus diabluras.
16.- El tiempo se convierte en aliado de la corrupción, hace posible
se constituya en una estructura
que sirve para sus actores moverse tranquilamente; una vez la
corrupción es un entramado
delincuencial, tiene garantizada la
impunidad.
17.- La corrupción insertada
en la sociedad, con poder, se convierte en autoridad, adquiere
jurisdicción marcando su imperio en todo
el ordenamiento social, económico y político. En lo adelante, el corrupto se considera que ha recibido poder para
representar a la sociedad, algo así como un poderhabiente vigorizado.
18.- Aquel que se mueve en el mundo de la
corrupción conoce el ámbito donde lleva
a cabo su actividad; sabe cómo moverse
para tener el dominio, la ascendencia en el medio social y no ser rechazado, y
sí recibido como un mayoral, un soberano
amigable.
19.-
El que practica la corrupción, es fino en su trato, se comporta elegante, sumamente primoroso,
delicado, altamente exquisito para relacionarse; llega a confundir su roce con los demás como algo familiar.
20.- La corrupción en el medio social
dominicano no es una ficción, fábula o
artificio; es una realidad que a cada instante nos da en la cara; es una verdad
irrefutable; no es una quimera ni una aprensión, es algo axiomático, es un
fenómeno que está aquí, presente por
todas partes, y que nadie
con sano juicio puede discutir.
III.- Actitud ante la corrupción
21.- La
corrupción, como todo fenómeno social, la percibimos por medio de los sentidos,
como fruto de la experiencia acumulada en el diario vivir. No podemos verla como algo pasajero, hija de las
circunstancias.
22.- En un mismo ambiente, personas de igual
clase social, pueden tener forma diferente de asimilar, captar un vicio social
determinado. A veces, lo nocivo aceptado
por un sujeto, es rechazado por otro,
aun teniendo origen social semejante.
23.- En sociedades heterogéneas, integradas por diferentes clases sociales,
los fenómenos no son asimilados de igual forma y, por vía de consecuencia, el
comportamiento no es el mismo, la conducta cambia de una clase a otra.
24.- Ante la existencia de la
corrupción, no todos los que componen
la sociedad adoptan frente a ella igual actitud; unos la enfrentarán,
otros se comportarán indiferentes, y
muchos se limitarán a
sacarle provecho.
25.- Aquellos que se benefician de la
corrupción la santifican, presentándola como algo normal, común y corriente;
argumentan que siempre ha existido y
existirá y que, por tanto, hay que convivir con ella como un
mal necesario.
26.- Los indiferentes, portadores de la
ideología individualista, sólo
atienden a sus intereses, los
cuales colocan por encima de los de la sociedad. Para ellos la corrupción les
resbala, no les importa, son insensibles, se muestran desinteresados.
27.- De los que rechazan la corrupción por dañosa, inmoral, impúdica y perversa, unos creen que basta con denunciarla como negativa e
identificar corruptos, mientras otros consideran que lo
correcto es denunciarla como
formando parte del sistema y para
erradicarla de raíz proceden luchar en
su contra como un mal sistémico.
28.- Accionar contra la corrupción como un mal que puede desaparecer con
paliativos, contribuye a sembrar ilusiones en la conciencia de amplios sectores
de la sociedad que la rechazan como algo pecaminoso que merece el desprecio por
nefasta.
29.- Siendo la corrupción un tumor
que daña el cuerpo social, para
erradicarlo hay que atacarlo
en su raíz, con la finalidad
de que desaparezca definitivamente, sin posibilidad de volver a germinar.
Tratar la corrupción con métodos superficiales
permite su permanencia nociva en la sociedad; es prolongar su existencia, y con el transcurrir de su vigencia llega a convertirse en algo endémico.
IV.- Sembrando la confusión en la lucha contra la corrupción para no enfrentar el sistema
30.- Aquellos que subestiman la inteligencia del pueblo dominicano,
utilizan todos los medios posibles para crearle confusión con relación a distintos fenómenos que se dan en el seno de la sociedad.
31.- Son los mismos que procuran hacerle
creer al país, que es igual prudente que tonto, sensato que estúpido,
atento que cándido, sencillo que incauto, en fin, se las arreglan para inducir a que se acepte que da lo mismo
ser franco que deslenguado.
32.- El error de visión para ver con claridad un problema, y
la falta de acción certera para
combatirlo, a veces es fruto de un análisis errado de la
vía para lidiar, para batallar y vencer.
33.- La confusión que lanzan ideólogos del sistema para sembrar
el desconcierto en la conciencia de las grandes mayorías nacionales, ha dado sus frutos porque las ha
inducido a equivocación, fijando un enredo de enfoque en temas que requieren
un análisis correcto, en torno a un
asunto que necesita una consideración
precisa para encauzarlo con éxito.
34.- Aquellos que siembran el confusionismo en el seno de nuestro pueblo
procuran hacerle creer que lo
sistémico, lo generado por el sistema es
algo individual, personal, coyuntural;
que no es propio del ordenamiento establecido, que es momentáneo, y
que en cualquier momento puede
ser superado. Son los que creen que
persiguiendo un corrupto se acaba la corrupción.
35.-
Constituye un grave error personificar un fenómeno social en una persona; esto desnaturaliza el
método que se ha de aplicar para la erradicación de lo que representa una tara social. No se
acaba el fenómeno de la
prostitución eliminando las prostitutas,
ni matando los pobres se acaba con la
pobreza.
36.- La desigualdad, el hambre, la miseria,
el egoísmo, el individualismo, la
discriminación, y otros vicios sociales,
al igual que la corrupción, son fenómenos sociales inherentes al sistema
que padecemos los dominicanos y dominicanas.
37.- Enfrentar la corrupción como fenómeno
social, entraña combatir el sistema que le sirve como caldo de cultivo; de lo
contrario se hace una labor inútil, infecunda; sería proceder con torpeza, una
acción innecesaria por ineficaz.
V.- Los aliados en la corrupción
38.- Entre dos personas debe existir
afinidad para lograr la unidad, identificación en el fin perseguido y avenencia para
mantener la comprensión. El autor y el cómplice de la corrupción establecen concordancia en base a
resultar beneficiados de operaciones
corruptas.
39.- La podredumbre de la corrupción hace
posible la unidad de indiferentes y aprovechados; con su actitud hacen alianza
impúdica, exhibiéndose como una mancuerna
de mamíferos alimentados por una misma ubre.
40.- Entre el que la practica y el que
indirectamente se beneficia de la
corrupción, hay concurrencia de beneficiados, y la identidad en sacar ganancia posibilita sincronía en no atacar lo que es
deshonesto.
41.- No se puede esperar que los aliados de la corrupción van a identificarse como socios. Se comportan como no participes
en acciones corruptas; extraños a la suciedad,
pero unidos en socavar, excavar hasta lo
último en complicidad, y también para socapar, taparse para no ser denunciados
y sancionados.
42.- El mundo de la corrupción descansa
para su ejecución en un tejido de complicidades, sin las cuales
resulta imposible llevarla a cabo; de ahí la importancia que el corrupto le da a su coautor. En nuestro medio, colaboradores de corruptos se
presentan como desligados de las acciones ilícitas de sus compinches, para no figurar como encubridores en las maquinaciones
para la depravación.
43.- Corruptos directos e indirectos, para
los fines resultan iguales, porque su alianza tiene por base delinquir,
cubriéndose como aliados con sentido de mutualidad en la repartición de lo obtenido bajo la ilicitud. La colaboración en la operación corrupta hace posible la consumación de la
trama para defraudar.
44.- El corrupto y su colaborador, lesionan
por igual a la parte sana de la sociedad, porque uno y otro, en comitiva, acuerdan depredar, o de cualquier forma despojar a alguien de lo que posee honradamente, y cuando es al
Estado se ofende a todos los miembros de
la comunidad.
Reflexiones
a.- El fenómeno de la corrupción es propio
del sistema capitalista, sin distinguir entre desarrollado o subdesarrollado,
liberal, neoliberal o de Estado; y sin
tomar en cuenta continente o región del mundo. Aun después de desaparecido el capitalismo, por los
vestigios que quedan de su pasado, se mantienen restos de la corrupción.
b.-
Particularmente en el medio social dominicano, el fenómeno de la
corrupción ha ido de la mano con el agrietamiento del ordenamiento económico y
social, y hoy estamos en presencia de un
ambiente podrido, viciado y envilecido en ascenso.
c.- Se ha hecho algo común corromper,
descomponer y pervertir; están
presentes y en uso el fraude, la trampa, el soborno, la extorsión,
la malversación, el dolo y otros vicios de una sociedad en decadencia.
d.- Aquí está predominando el dejar hacer, y
la mercancía dinero se ha convertido en
expresión de gran virtud, y quien la tiene se cree santificado, aunque
la haya adquirido al amparo de la corrupción.
e.- La sociedad dominicana luce arropada,
abrigada desde arriba hasta abajo por la corrupción; no hay espacio que ella no lo cubra, sin importar que sea el sector público o privado. El área que se cree está libre de
corruptela, de un momento a otro de ahí
salen a flote maniobras delincuenciales.
f.- Lo que a cada momento es conocido en
nuestro país a nivel de corrupción,
genera grima, produce desazón; genera asco, horror e indignación. Por cualquier lugar que se toca el cuerpo social
dominicano bota pus pestilente, sale el olor a fraude, desfalco, irregularidad
y hurto.
g.- El ambiente dominicano está prostituido,
envilecido y degenerado, con el
agravante que se ha perdido la capacidad de asombro. Al parecer da lo
mismo escuchar la palabra honrar que deshonrar y regenerar que degenerar.
h.- Salvo raras excepciones, la generalidad
de dominicanas y dominicanos se muestran
abatidos por tanta corrupción y mucho
más impunidad; el desánimo es notorio, la desesperanza se está
imponiendo, cunde el abatimiento. La corrupción gana la batalla y se señorea arrogante.
i.- En nuestro medio, a quienes les repugna la corrupción en todas
sus manifestaciones y deciden
enfrentarla, adoptan distintas posiciones, porque tienen criterios opuestos con respecto al
fenómeno y su incidencia en la sociedad.
g.- Este trabajo lo he elaborado con todo
pesar, pero los hechos son los hechos y no se derriten.
Mi deseo hubiera sido desarrollar un
escrito que me sirva de motivación
y satisfacción por
haber llegado a mi tercera edad viviendo en un medio social limpio,
decente, dominado por la honestidad, y
en el cual mujeres y hombres sean
distinguidos y respetados por sus virtudes,
por su correcto comportamiento en el seno de la sociedad.
Santiago de los Caballeros,
26 de octubre de 2015.