Por: Ramón Antonio Veras.
La universidad APEC, en un momento muy oportuno para el
país, nos invitó a intervenir con el
tema: “La Ética Social y Política”, en
la jornada sobre la Ética, llevada a cabo durante el mes de octubre de 2015.
En la ocasión, el asunto de la ética lo creemos
propicio por el estado de descalabro ético y moral que en todos los órdenes se
encuentra hoy la sociedad dominicana.
Hacer referencia a la ética social y política sirve
para llamar la atención de grupos
que aquí consideran que ya no existe la ética
como ciencia que trata sobre la moral,
como una forma de la conciencia social. La ética debemos asimilarla porque, como teoría de la
moral y la moralidad, sirve como guía de comportamiento en el seno de la
sociedad.
No está en discusión que lo social se refiere
a la vida de las personas, a la actividad de las clases sociales, al régimen económico y político, y otros
fenómenos semejantes; mientras que la política es la actividad de las clases
sociales, de sus partidos y
agrupaciones; labor de los organismos del poder estatal y del gobierno,
determinada por sus intereses y
objetivos, en correspondencia con el régimen económico social del país.
Habiendo precisado el contenido de la
exposición “Ética social y política”, pasamos ahora a vincular ambos conceptos
con la realidad dominicana, y la conducta de los actores
que integran la sociedad dominicana.
I.- La ética y las diferentes clases sociales. La sociedad
dominicana en crisis
1.- Hablar de la ética entraña referirse a la
formación de un ente social, y para mencionar a ese ser humano debemos tomar en
consideración: a) la sociedad donde se formó; b) el círculo familiar de donde
proviene; c) la incidencia de sus padres en la formación de su carácter y, d)
su comportamiento en la sociedad en la cual acciona.
2.- Las relaciones del individuo con la
sociedad, la combinación del interés personal y social ha sido siempre el
problema principal de la ética y la moral.
Estos vínculos tienen su origen en determinadas relaciones que se dan en
el curso del proceso de producción social,
y en cierto sentido son un
aspecto de ellas.
3.-
Las normas morales y éticas abarcan la conducta de las personas no sólo en el
marco de la vida privada, sino en todo el comportamiento del individuo respecto
a las demás personas y a la sociedad.
Los postulados de la moral y la ética han de ser parte integrante de las convicciones
personales; rasgos de su carácter, las normas que rigen los actos de su vida.
4.-
Así, tenemos que las dominicanas y dominicanos, en apariencia, nacen iguales, pero no puede decirse lo mismo después que entran a formar parte de
la sociedad, porque no tienen la misma
ubicación social, por ser la nuestra policlasista. No existe plena homogeneidad
social.
5.- En el país, las diferencias sociales y de clase se manifiestan en cualquier actividad u
oficio, lo que permite comprobar que el comportamiento reviste carácter
diferente entre uno y otro grupo.
6.- Las diferencias sociales llevan a la población dominicana a no asumir de igual forma
los principios sobre los cuales descansa
el ordenamiento social vigente, su sistema económico, el estilo de vida,
su cultura, moral y ética.
7.- Para comprender la conducta de la
generalidad de los dominicanos y dominicanas, debemos tomar en consideración el
cuadro que presenta en la actualidad el ordenamiento económico y social bajo el
cual vivimos, así como la influencia del
organismo familiar en el desarrollo de los niños, y la formación de su
carácter; la integración del padre a la formación del hijo; el papel de la
escuela. Estos factores nos obligan a pensar que lejos de ser solamente un
elemento el que incide en el desarrollo de la ética, son varios y de
naturalezas diferentes.
8.- En la medida que se agrieta la sociedad,
en ella hacen acto de presencia fenómenos sociales nocivos de toda índole, que
van desde el individualismo, pasando por el egoísmo hasta llegar a la
corrupción en toda su extensión, como está ocurriendo aquí ahora.
9.- En el comportamiento de una persona se
destaca la influencia de los padres, la escuela y los profesores; las
instituciones del Estado, en fin, todo un conglomerado social que, aunque se
define en forma aislada, representa una parte de un todo, de lo que será la forma de proceder de un
hombre o una mujer en sociedad. La conducta de muchos políticos dominicanos
y dominicanas, es la expresión de la
sociedad dominicana enferma.
II.- El pueblo dominicano es bueno, y merece ser dirigido políticamente con sentido ético social. El asunto
constitucional
10.- Las relaciones del individuo con la
sociedad, la combinación del interés personal y el social ha sido siempre el
problema principal de la moral.
Estos vínculos tienen su origen en determinados procesos
económicos y sociales que son un aspecto de ellos, y dejan su impronta
en toda la vida del ser humano.
11.- Con su actitud en la vida pública y
privada, el ser humano rebaja su obra o
la eleva; la conducta que asuma ante un hecho va a ser juzgada no por un hombre
actuando en función de juez o árbitro, sino por el pueblo que es juez de las
actividades humanas.
12.- Una comunidad caracterizada por su
probada vocación de nobleza e
integridad, demuestra estar compuesta por hombres y mujeres virtuosas, llenas
de probidad; sólo sirven para hacer el
bien, dar ayuda, ir en auxilio de quien lo necesita y prestar la oportuna atención al necesitado.
13.- El pueblo dominicano es sumamente bueno,
genera bondad en cada una de sus actuaciones, manifiesta solidaridad en forma
espontánea; la generosidad la practica
como expresión de su sensibilidad; se comporta benévolo, con entusiasmo y
cariño sin requerimiento alguno. Donde
hace falta la piedad, la ternura, ahí está extendida la mano de los nuestros.
14.- Pero la bondad del pueblo
dominicano no ha sido correspondida con sentido ético y social, por los sectores, clases y capas sociales que históricamente lo
han gobernado, y un ejemplo
concreto es el accionar político de esos grupos en los últimos cincuenta
años. Los hechos son los hechos y
no se derriten; la realidad es la
más fiel
expresión de la verdad.
15.- Así, por ejemplo, ha sido una
preocupación constante del pueblo dominicano,
la vigencia de un estado de
derecho que tenga como soporte una Constitución política que recoja sus más
legítimas aspiraciones, pero todo no ha sido más que un deseo. Veamos.
16.- Desde su proclamación, el día 6 de
noviembre de 1844,
en el cumpleaños de la
instauración de la Constitución política dominicana, los beneficiarios del
sistema acostumbran a rendirle homenaje, y aunque están conscientes de que ese
documento recoge en el orden teórico
amplias aspiraciones del pueblo en lo
económico y social, la realidad pone en evidencia que la existencia de
derechos y libertades no depende de que estén estampadas en un documento, sino
de que formen parte del modo de gobernar, lo que se traduce diciendo que
depende no del instrumento normativo constitucional, sino del sistema, del
ordenamiento político existente.
17.- A la Constitución se le puede hacer homenaje,
llevarle flores a San Cristóbal y los funcionarios pronunciar discursos en la
Puerta del Conde, pero su aplicación real y efectiva no refleja el contenido de las prerrogativas
en ella consagradas. Lo que ocurre con la Constitución dominicana nos enseña,
con el proceder de los políticos tradicionales, que ella es utilizada como un
instrumento político-jurídico y que las clases sociales no se mueven por
abstracciones de museo, por festividades ni por fechas patrias, sino por
intereses muy particulares, y ven la
Constitución como algo suyo manejado a sus conveniencias coyunturales.
18.- Un ejemplo de lo antes dicho son las reformas constitucionales, que siempre
han sido hijas de las conveniencias y circunstancias, es decir, cuando así ha
convenido a los intereses políticos de determinados grupos. Lo que se llama pueblo dominicano,
históricamente, muy poco o nada ha
resultado beneficiado, desde el punto de
vista ético y político, con las reformas constitucionales.
19.-
En los ético, político y social, los pueblos resultan favorecidos con
los cambios instrumentados a sus cartas magnas cuando las modificaciones son
posibles, no por factores circunstanciales, sino por el nivel de desarrollo de
la lucha social y política llevada a cabo en el seno de la sociedad, por el
impulso de un movimiento popular, por el ascenso de las acciones de masas con
sentido político y contenido social.
20.- No hay que hacer mucho esfuerzo para
comprender que ha estado muy
alejado del verdadero
interés del pueblo, de lo ético,
político y social el fin perseguido por sectores que desde siempre han
procurado adaptar la Constitución a lo que les conviene.
III.-
Políticos que dañan la política
en nuestro medio
21.- El medio social dominicano nos dice
que resulta sumamente difícil en una
sociedad en crisis, en estado de descomposición como la nuestra, encontrar actores políticos con
condiciones éticas, morales y
conducta intachable que respeten la voluntad del pueblo.
22.-
La actividad política apegada a la ética
es bella cuando es llevada a la práctica
por personas sensibles, de nobles sentimientos;
con la limpieza como norma de comportamiento; la belleza convierte
esa acción en motivación que mueve a
causas justas.
23.- En el mosaico político del país hay personas sanas y podridas, honestas y
deshonestas, sucias y limpias, serias y sinvergüenzas, pervertidas y virtuosas; aparecen de todas
las calañas, calamitosas y afortunadas. Pero la realidad es que las que
sobresalen son las peores,
inservibles, funestas,
dañosas, perjudiciales, que con su
proceder infectan el medio social.
24.- Precisamos del ser humano virtuoso que
abrace la política para elevarla,
impregnarle bondad, honestidad e integridad. Para hacerla virtuosa con personas con dignidad, probidad y capacidad para
atraer a quienes reúnen condiciones para servir a los demás.
25.- El accionar político sano sólo puede ser obra de quienes ponen por
delante lo que conviene a los demás, a
la sociedad, y no lo propio; el individualismo, el egoísmo, la codicia es
extraña a la persona que antepone
lo general por lo particular. La base para hacer política en beneficio
de la generalidad de la población, está en la formación del actor político, que
es quien
va a ejecutar lo que piensa, a materializar sus ideas. La actitud ante la
vida define al ser humano.
26.- Muchas veces los políticos de nuestro país han olvidado que para servir de ejemplo de decencia y
honradez a los demás, para atraer a otros a identificarse con una idea, hay
que predicarla con el ejemplo, sirviendo de modelo de lo que
se está exponiendo. No se puede sermonear una cosa y practicar otra; la
coherencia se impone entre lo que decimos
y aspiramos alcanzar.
27.- Sería saludable que aquellos que inciden en la política nacional
dominicana desde los partidos tradicionales,
cambien de proceder y acojan la idea de que la coexistencia de un ejercicio privado y
público deben estar ligados en una persona que haga de la política una actividad con sentido
social. Sólo quien exhibe una conducta ciudadana apegada a la ética y a
la decencia hace aporte positivo al
quehacer político.
28.- Algunos políticos en nuestro medio
ignoran que el buen nombre, la buena
fama, le prestigia y acredita
políticamente; influye en el correcto proceder de los demás ciudadanos y
ciudadanas, y les motiva a participar, a contribuir a prestar aportes valiosos.
29.- En los
círculos políticos dominicanos
las acciones deshonestas generan
repugnancia a las personas limpias, honestas y de correcto proceder, porque algunos vinculados con partidos de
negocios, han olvidado que para la
política ser vista como una actividad decente, tiene que tener como artífice a
hombres y mujeres que hayan demostrado ser limpios en su proceder; sólo quien
ha actuado con limpieza tiene calidad
para contribuir a higienizar la sociedad.
Para asear hay que estar aseado, haber dado demostración de pulcritud en sus actos privados y públicos,
laborales y profesionales.
IV.- Una política electoral huérfana de ética y de
decencia
30.- Se impone adecentar el trabajo político en el país, y para lograrlo hay
que comenzar poniendo en evidencia la
ausencia de limpieza en los procesos electorales, los cuales revelan
la suciedad, la porquería presente en el accionar político.
31.- La moral, la honestidad y la pureza han desaparecido de
la competencia política dominicana, porque
algunos desechos políticos han espantado la integridad, la rectitud, la
nobleza y el proceder pulcro.
32.- Procede
sacar del quehacer político
dominicano al deshonesto, reprochable, ímprobo e indecoroso, para que se integre el decente, ético, íntegro y honrado. Debemos
de fijarnos la idea de que si queremos tener un país en el cual la actividad
política se haga apegada a la ética, a la decencia y respetando a lo que en
verdad se llama pueblo dominicano,
estamos en la obligación de rechazar
la forma baja como se está haciendo política en estos momentos.
33.- Nuestro pueblo luce degradado,
humillado, oprimido y ultrajado
políticamente, como si
estuviera condenado a estar bajo la
dirección política de grupos que no ejercen la política, sino la politiquería,
la cual se nutre de una serie de maniobras destinadas a inducir a los electores y electoras a votar como alienados,
no como seres humanos sensatos, juiciosos y debidamente equilibrados.
34.- En
los avatares políticos de nuestro país
se dan situaciones que llaman la atención hasta al más ingenuo, porque
se presentan en forma tal que motivan inquietud, rompen la calma del más apacible.
35.- Las novedades que impulsan a la
expectación ocurren en el curso de los procesos electorales, escenarios en los
cuales se movilizan miles de personas en
busca de cargos electivos. Pero lo que
genera asombro no es el accionar de los
candidatos, sino los recursos económicos de los cuales algunos hacen gala.
36.- Toda persona con sano juicio queda
atónita al ver el despilfarro de dinero que hacen pobretes aspirantes a ser
senadores, diputados, alcaldes y regidores. El derroche crea asombro, deja
estupefacto al más impertérrito.
37.- Es causa de espanto los millonarios desembolsos que hacen los
pretendientes a cargos electivos; las
inversiones son sumamente elevadas en procura de vender su imagen ante el
electorado. Dependiendo de la figura que quiere venderse, el costo será alto o bajo.
38.-
Maltratada o de buena acogida, el politiquero para penetrar ante
electores y electoras, está en la obligación de hacer fuertes pagos porque la politiquería descansa en el clientelismo;
la clientela se logra invirtiendo en promoción, y para degradar al cliente
político hay que flojar plata, mucho
dinero.
39.- La presencia de los fondos durante la campaña para obtener los votos de los
clientes, le resulta imposible de explicar a cualquier candidato. Esclarecer el
origen del dinero que ponen a circular
determinados políticos, es tan
difícil como unir la claridad con la
oscuridad.
40.-
Los dineros que exhiben muchos aspirantes a alcaldes y regidores,
constituyen una ofensa al pueblo trabajador.
Presumen de ricos con lo ajeno;
cualquier político se convierte en
suntuoso de la noche a la mañana. En
lugar de esconder lo que es fruto del
robo, se ponen de faroleros, fanfarrones de la mediocridad.
41.- Los políticos que compran la voluntad de sus
parroquianos, la utilizan comenzando con
los caravaneos y la asistencia a los mítines,
acompañadas de alabanzas y cuantas bobadas e idioteces se ingenia el que adquiere al cliente.
V.- La ética
en el ejercicio político del
voto, y la voluntad condicionada
42.- Lo más apreciado por los ciudadanos y ciudadanas es votar con
absoluta libertad; pero su decisión resulta viciada cuando su intención es
adulterada. Se falsifica, se corrompe la disposición del votante una vez es alterada, pervertida por cualquier
medio. La legitimidad desaparece, la pureza se daña, y la fidelidad es
desvirtuada una vez el voto es
obtenido mediante maniobras
perversas. Adquirir un voto de parte de un sufragante desmoralizado e inducido, contamina
la elección.
43.- Quien llega a una función electiva como
resultado del voto comprado en un
mercado electoral, en el cual actuó como mercader, su actuación será la de
un negociante politiquero; lo adquirido como negocio, sirve a su
poseedor para hacer el acto de comercio que le resulta más provechoso.
44.- En el mundo de los negocios, todo aquel
que invierte dinero busca obtener resultados productivos, sin
importar que sea en operaciones de lícito o ilícito comercio. El que hace una inversión en política, emplea
recursos económicos para obtener los votos que necesita para ser elegido; luego
tiene como objetivo recuperar su
inversión.
45.- Se invierte para recobrar lo que se aporta y con
beneficios; para rescatar lo
aportado en la adquisición de votos, el
comprador candidato, ya elegido, empleará
todos los medios decentes e indecentes
para reconquistar lo que pagó
para comprar la voluntad política del elector, su voto.
46.- El que está en una institución del Estado,
por haber aportado para conseguir
los votos que hicieron posible su escogencia, la convierte en un centro de operaciones comerciales, no responde a su
misión constitucional porque está
condicionada por la voluntad de los compradores de los votos, que están allí y
desnaturalizan su esencia.
47.- En la medida que el dinero del inversionista ha hecho posible su
inserción en el organismo al cual pertenece, su intervención
no responde a la conveniencia de la sociedad de la cual forma parte, sino a lo
que es de su particular utilidad.
48.- El que aporta dinero para adquirir los votos de su interés,
inclinará sus decisiones en cualquier
organismo a lo que le concierne; estará seducido a levantar su voz y manos para favorecer lo que
le da ganancia, provecho económico. Su ánimo está en dirección a lo que le
genera beneficios.
VI.-
El dinero desnaturaliza la
política y le quita valor ético
49.- La ética aplicada a la política entraña
que la conducta interviene apegada
a normas de moral, y que el ente que acciona reúne condiciones de
moralidad para el ejercicio de cualquier función pública.
50.- El dirigente político debe demostrar
pulcritud, alta dignidad y decoro, para generar el respeto de sus
conciudadanos. Aquel que no demuestra
esmero para alcanzar un espacio en un órgano del Estado, no debe aspirar a
una función que impone estar al margen de toda duda de indelicadeza.
51.- Demuestra no ser poseedor de una conciencia limpia, aquel que está en
política y quiere escalar por dinero, y no por méritos personales.
La valoración, el aprecio y el prestigio
son condiciones que debe reunir quien procura recibir la aprobación del
electorado. La consideración motiva aprecio
y respeto político.
52.- El político que entrega dinero por
votos, se presenta ante el vendedor con aparente espíritu
caritativo, muy cariñoso, sumamente efusivo; cada gesto suyo está
orientado a captar la voluntad del sufragante, de ahí que lo coteja con dulzura
mezclada con ternura. El que busca
adquirir el voto con dinero sustituye el carisma, el atractivo para absolver con la dadiva, la coima, el soborno.
53.- En
el ambiente dominicano la política está desnaturalizada, no precisa de
liderazgo, el cual es sustituido por el
político que paga votos. Allí donde la política se ejerce como actividad
comercial, no tiene significación ni
valía la virtud ciudadana y cívica, ni
los méritos bien ganados en el seno de
la sociedad. El dinero suplanta el correcto proceder; las malas artes
reemplazan la honra y el decoro.
54.- Para el político tradicional dominicano
el voto es una mercancía, y cada proceso electoral un mercado en el cual candidatos compradores y
electores vendedores constituyen los
entes principales; clientes,
parroquianos, mercaderes, mercachifles y traficantes de la politiquería se
unifican para mercadear y hacer de
feriantes y quincalleros.
55.- Los billetes de bancos que el negociante
de la política dominicana pone a circular en el curso de la campaña electoral,
a los fines de atraer votos, tienen una incidencia determinante en la vida
política del país, porque en la decisión
de pagar por el voto no hay nada de filantropía, patriotismo,
nacionalismo, social ni de democracia.
Lo que cuenta es el condicionamiento,
ganar el afecto, atraer a un necesitado, seducirlo a depositar el voto a favor de quien
entrega el dinero.
56.- Porque la ética ha desaparecido
para la incidencia política, en cada disputa electoral del país, el dinero dice presente y domina el
entorno, deja de primar el ejercicio de
la política virtuosa; predomina la simulación sobre la franqueza, la
superficialidad hunde lo fundamental, lo liviano a lo firme y constante. La
tarea política desciende en una especie de bagatela, en una menudencia propia
de personas sin cualificación alguna de
valía; pierde su esencia, se convierte
en algo falso, se ve pervertida, sin alma; aguijoneada desde fuera por quien la practica.
57.- Desde que aquí la política descansa en pago no tiene emoción, carece de
vitalidad, está huérfana de vigor, ausente de entusiasmo. El que recibe el pago hace la actividad
política como empujada, enervada; le falta la fortaleza que imprime el espíritu animoso.
58.- Aquellos que en el trabajo político han
sustituido la ética y la moralidad por la indecencia, contribuyen
a evidenciar que la política que tiene de por medio la negociación
basada en dinero, carece de causa, de fundamento para luchar por un
objetivo; el móvil es artificial,
trivial, no llama al movimiento por un
ideal; la frialdad conduce a la quietud, no al impulso, al arranque, a la
actividad por sana convicción.
59.- El político clientelista dominicano marchita a la persona que utiliza como mercancía electoral; le
quita exaltación a la ciudadana o al ciudadano que busca
lo maravilloso; la despoja de su ardor por las causas nobles, y la
impulsa a la frialdad para quitarle la
calidez. Una vez la política cae en la politiquería del dinero, las masas
cambian de actitud con relación a luchar por las conquistas que las
liberan de las cadenas de la opresión.
60.- Ligar el dinero con la política como
negocio, elimina su sentido ético e
induce a frenar los reclamos populares; sujeta al movimiento ascendente de los oprimidos a la tranquilidad
por migajas, decae el furor por obtener
triunfos de contenido social y político;
el frenesí, la pasión por la liberación cae
en la indiferencia; la vehemencia por el accionar político cambia por el desinterés, desgano, llegando a la
indolencia.
61.- Las dádivas que hacen los políticos de
los partidos tradicionales dominicanos
para captar el voto de electoras y electores, daña la lucha política
decente y humilla a quienes las reciben; mientras más pobreza hay en el seno
del pueblo, mejor campo tienen los negociantes de la política; el votante
comprado por medio de la limosna
electorera se reduce como persona, y de ciudadano o ciudadana se traduce
en untado, un cliente de ocasión.
62.- El
dinero como medio de obtención de votos daña el ambiente político, lo
ensucia, porque aquel que soborna para recibir adhesión no invierte
lo que es el fruto del trabajo honrado, sino lo ilícito. El político de negocio
cree que hace algo normal cuando soborna porque, para él, engatusar
forma parte de su accionar en la política clientelar; untar la mano del votante
con lo robado genera simpatía
gratuita al candidato mojador.
63.- Para que el clientelismo se haya
constituido en eje de la política dominicana, el fenómeno de la corrupción
tiene que formar parte integral de la
sociedad. En el ambiente político de
aquí el que procura el voto por medio
del soborno se considera formando parte
de la alta y distinguida clase política: mientras más
clientes logra para votar a su favor, mucho más liderazgo tiene como buscador de simpatía circunstancial.
64.- El modelo económico atrasado
predominante en nuestro país, sirve para probar que allí donde florece la
miseria, la indigencia y otras lacras propias de sistemas sociales injustos, el
dinero en mano de políticos corruptos prostituye el medio político, y margina a
los políticos decentes, honrados y de principios. La riqueza económica alcanzada
por medio de la sustracción de fondos públicos, hace posible el desarrollo de
políticos que fomentan el clientelismo.
VII.- Partidos al margen de toda ética
política
65.- En una persona, la decisión de
organizarse es signo de alto nivel de conciencia, porque revela aspiración a
compartir con otras en un órgano en el
cual han de llevar a cabo actividades en
interés común. La institución, la entidad u organismo, puede tener como
objetivo alcanzar fines muy variados en
el seno de la sociedad.
66.- La estructura organizativa, por medio de
sus integrantes, respondiendo a métodos
de trabajo, realiza sus actividades en
atención a un programa; tal es el caso de los partidos políticos creados para
participar en un medio social específico.
67.- Los
gestores de los partidos procuran
atraer a su seno a hombres y mujeres que se identifican con la política de la
organización. La motivación para llegar a ser miembro es fruto
de su decisión voluntaria, no condicionada.
68.- El programa o la base ideológica del
partido impulsa a las ciudadanas y
ciudadanos, a ser parte del mismo, ya sea como directivos, miembros o
simpatizantes. En todo caso, su participación partidaria, su parcialidad partidista tiene
una causa política que no puede ser censurada desde el punto de vista de la ética, de la moralidad política, porque han procedido conforme sus convicciones.
69.- Pero no ocurre lo mismo cuando la
organización política surge por obra de maniobras desmoralizadoras, del dinero
corruptor, en lo que no hay nada que
sirva de ejemplo aleccionador para la sociedad.
70.- Precisamente, en el medio social
dominicano la degradación política, la banalidad ha llegado hasta el origen,
formación y accionar de partidos que se identifican con el sistema social dominante.
71.- En nuestro país muchas veces están
ausentes el conjunto de normas y
principios que deben guiar a los que deciden
actuar en política por medio de
un partido; proceden en base a la
inmoralidad, sin ningún respeto ético, ni
miramiento alguno.
72.- La forma como surgen algunos
partidos los descalifica para exigir
probidad a sus miembros, los cuales pueden actuar por la libre, sin estar en la obligación de honrar la decencia
en el accionar político. La militancia que no requiere compromiso de moralidad,
nada ético puede transmitir a la comunidad.
73.- El partido político que llega a la vida
pública como consecuencia de una
transacción económica, está moralmente impedido de censurar a sus miembros para que rechacen la corrupción en cualquiera de sus expresiones. Las organizaciones que nacen por obra de conciliábulos lesionan el honor y el respeto
que merece la sociedad.
74.- Son variadas las acciones que
caracterizan la particularidad de los partidos desprovistos de sentido moral, y
que están presentes en el medio político dominicano.
75.-
Desde el momento que grupos de holgazanes descubrieron que una forma rápida para hacer dinero sin trabajar es la política clientelar, de inmediato se
pusieron en tensión para continuar su ociosidad mediante los negocios en el
accionar político. Los vagos, perezosos e inútiles hicieron suyos los términos tratar, pactar,
traspasar, acordar; alianzas, acuerdos y
negociar.
76.- Una sociedad en decadencia, estropeada,
deteriorada material y moralmente, es el medio social apropiado para quien procura hacer
de la política clientelar un
modus operandi. Para que los remolones puedan hacer de la vagancia un medio de
vida, necesariamente tienen que encontrar un ambiente adecuado a su desprecio por el trabajo honrado y decente.
77.- Por el estado de degradación que ha caído la política dominicana, para
negociar partidos, o partiditos, el ambiente político dominicano se ha hecho
rentable en los últimos tiempos. En la medida que la sociedad se corrompe más y
más, en esa misma medida se desarrollan las operaciones para vender, comprar y arrendar entelequias.
78.- En las organizaciones políticas objeto
de negociaciones siempre están presentes
chaqueteros de toda laya, pero a
los interesados en comprar o alquilar
ficciones de partidos, poco les importa la catadura moral de esos
camajanes; los adquieren de cualquier forma. Esa camarona forma parte de esos
baratujales que abundan entre los truchimanes que compran, venden y
arriendan partiduchos.
79.- Los pasacantando políticos dominicanos,
que se dedican a negociar partidos-entelequias,
actúan como verdaderos comerciantes; su divisa es sacar beneficios, no
importa cómo; para ellos no vale la
idea que debiera de primar aquí en el
sentido de que no deben ser
admitidos en el accionar político
decente porque su comportamiento daña,
es indecente y burla al pueblo en su buena fe.
80.-
El precio de venta o arrendamiento de un partido del sistema varía dependiendo de si es un
partiducho de directiva, diminuto o
minúsculo; la cotización está a merced del mercado electoral que es el que impone la
tarifa. Se toma en cuenta, además, las necesidades y posibilidades económicas del
vendedor y del comprador, arrendador y
arrendatario.
81.- Esos medios de enriquecimiento ilícito
llamados partidos políticos, se
adquieren de diferentes formas, sin
distinguir entre formales e informales, por compra, alquiler o arrebato. El origen no
importa, lo que se toma en cuenta es su utilidad para hacer el papel en las trampas electorales.
82.- La adquisición de una organización
resulta rentable de cualquier manera, porque su patrimonio se nutre, por lo
regular, del dinero de los impuestos que
pagamos los ingenuos, los pendejos.
Recientemente la Junta Central Electoral
declaró que el próximo año repartirá la
bicoca de RD$ 1,600 millones entre los
partidos que participarán en las
elecciones generales, cantidad que fue calificada por su Presidente como una
chilata.
83.- En el campo político dominicano, hay partidos
para todos los gustos y conveniencias: enteros, medios y de un cuarto;
rotos y cortados, divididos totalmente y fragmentados en partes; de
conveniencia colectiva e interés privado; para grandes ventajas y simples
utilidades.
84.- La composición de las organizaciones
políticas del sistema son muy diversas en su integración porque las hay de amplia o reducida base
social, de camarillas y secuaces; de cuadrillas y pandillas, bandas y brigadas,
grupos y grupejos, cuadros y cuadritos; partidario, seguidor o tonto útil de ocasión.
85.-
Dentro del partido de los
políticos de negocios, cada quien tiene
un objetivo a alcanzar, que puede ser
un cargo, desde
Presidente hasta de regidor, o
adquirir bienes por cualquier vía. Lo
importante es chupar la teta del erario,
recibir honorarios, cobrar una
deuda, estar “pegao” del Presidente para cabildear; obtener una pensión
jugosa y vitalicia, hacerse el
necesario como cabildero, en fin,
conseguir bienes del Estado a precio vil, acceder a los fondos públicos, hacer
fortuna o acrecentar
su patrimonio.
86.- Las garatas en los partidos
tradicionales tienen su origen, por lo
regular, en ambiciones grupales por los cargos dirigenciales, o por
ocupar el lugar principal para negociar. Las rebatiñas se llevan a cabo
verbales, con puños y garatas, a tiros, a silletazos o puñaladas.
87.- En las riñas partidarias políticas se
destacan los siniquitaques más sinverguenzones dispuestos a partirle la
siquitrilla a cualquier adversario. Las disputas, las trifulcas, para confundir
al pueblo, son llamadas crisis, como si fueran diferencias entre contrarios, y no como ocurren, que son altercados entre
iguales que ponen en evidencia sus
sinvergüencerías.
88.-
Mientras lo más avanzado de las ciencias sociales considera el partido
como una categoría histórica, expresión de clases sociales, en nuestro país es un medio de realizaciones para satisfacer
apetencias insaciables de parches mal pegados, un instrumento de grupos
sociales para llegar al poder del Estado, y utilizarlo como fuente de
enriquecimiento, promoción social y mantenimiento de irritantes
privilegios, a costa de la vigencia de
la desigualdad de oportunidades y la
opresión material y espiritual de las masas populares.
89.- De las maniobras antes indicadas
somos testigos a cada momento, y las mismas se llevan a
cabo con el mayor descaro, sin tomar en
cuenta la decencia, la honra, la moral ni nada que tenga relación con la ética
política.
VIII.- Una democracia adulterada
90.- El pueblo dominicano, durante más de
medio siglo, conforme las coyunturas,
por órgano de sus mejores hombres
y mujeres, aplicando métodos de lucha
pacíficos y violentos, ha tratado de
conquistar una democracia política y social, en la cual pueda hacer efectivos sus derechos y libertades, y por un
Estado donde las instituciones funcionen apegadas a la Constitución, y sin
cortapisa alguna.
91.- Pero
hasta ahora, todo no ha sido más que una ilusión, un anhelo que, con el tiempo, se ha convertido en frustración para demócratas sinceros y consecuentes.
92.- La democracia que hasta ahora hemos
padecido sólo ha servido para satisfacer
apetencias desmedidas de grupos minoritarios. Para el verdadero pueblo, ella no
ha logrado crear las bases para motivar
a la decencia, al comportamiento ético en el accionar político.
93.- Desde la desaparición física de
Trujillo, la forma de democracia que ha imperado en el país no motiva a la actividad política con pulcritud, porque
desde las alturas del poder no se ha
predicado con esmerado ejemplo
para que la actividad política
sea llevada a la práctica con
apego a la moralidad y la honradez,
fuera de toda venalidad y picardía.
94.- La democracia que lamentamos tener, ha exhibido las lacras de lo que es un sistema
social donde florece la pillería, no la
honradez; el engaño, no la seriedad; la
vileza, no la integridad; la cuquería,
no la transparencia; la zorrería, no la
candidez. En pocas palabras, hemos tenido que sobrellevar una democracia de políticos bellacos,
bribones y traviesos.
95.- La verdad es que por muy demócrata que
sea una persona, se lamenta de serlo si ve que su democracia está cimentada en
el ultraje al pueblo, y con el
agravante de que la afrenta proviene de aquellos que están
llamados a honrarla. La democracia dominicana es humillada, mancillada en forma
tal que constituye un baldón para quien aspira a vivir en un ambiente de
decencia política.
96.- La parte sana de la sociedad dominicana
se mantiene políticamente enojada, porque
durante más de cincuenta años se le ha estado diciendo que vive bajo una
democracia representativa sólida, pero cada día comprueba que en lugar de
robustez, lo que exhibe es debilidad,
que es endeble y su única fortaleza descansa en un ordenamiento
social prostituido, corrompido, degradado por los mismos que de él se
benefician.
97.- El pueblo dominicano tiene justos
motivos para incomodarse, sentir que le han
tomando el pelo, cuando creía
tener una democracia basada en instituciones, y la práctica lo lleva a la decepción, al desanimo,
una vez comprueba que las mismas son infuncionales; el desconsuelo, el enfado
domina a quienes creían en la fuerza de la institucionalidad y lo que tiene es
la fuerza del desconsuelo.
98.- La existencia de la democracia
representativa ha sido para el pueblo dominicano un trastorno, una permanente
complicación. La puede ver como un
traspié, un paso en falso; como si siempre estuviera equivocado, aunque
lo que ha ocurrido es que ha sido inducido a caer en trampas politiqueras; lo
han llevado de pifia en pifia, tropiezos en tropiezos.
99.- Lo que comienza espurio, así continua y
termina; si desde sus inicios los procesos electorales están salpicados por
dinero ilegítimo, adulterados van a
estar los resultados. Lo indeseable no puede ser bien recibido, y unos comicios
bastardos deben ser rechazados por sus obscenidades políticas.
100.- Es duro para una ciudadana o ciudadano
dominicano, que ilusionado deposita su
voto el día de las elecciones, y luego se da cuenta que ha sido lastimado en su
sano juicio porque lo pusieron a votar por un
candidato resultante de billetes extraídos de la bóveda de un banco.
101.- Las electoras y electores deben comprender que en lugar de llevarlos a procesos
electorales, son guiados a escenarios teatrales, donde
lo ponen a hacer el papel de cómicos; caen enredados en la politiquería que tiene mucho de
fingimientos, de patrañas organizadas para que
sean episodios de mentiras para
embaucar a personas buenas. Estas son las farsas electorales de las que, en su
oportunidad, nos habló el profesor Juan Bosch.
102.- Los dominicanos y dominicanas que
aspiran a vivir con una real democracia tienen que hacer conciencia de que
aunque existen partidos políticos con el marbete de democráticos, y hay
una aparente división de poderes y un supuesto régimen municipal, en verdad no
hay una real estructura que haga de esos organismos instituciones funcionales.
103.- Lo que se ha comprobado en nuestro país
es que la representatividad de la democracia que predomina aquí es una ficción
y que la realidad objetiva es que lo que en verdad se llama pueblo es un actor
pasivo, utilizado para legitimar el dominio de las minorías que son las que
tienen el control efectivo de los resortes del poder económico, político y
social.
104.- Un análisis somero de cada una de las
instituciones que conforman el Estado dominicano revela la ineficacia y la
ausencia de representatividad en cada una de ellas, con el agravante de que
aquellos que deciden ejercer el sufragio,
carecen del poder de revocación, lo que hace más evidente la
infuncionalidad de la representación en la democracia representativa de nuestro país.
105.- A la parte sana de la sociedad
dominicana se le hace muy difícil aceptar tranquilamente la idea de que en los
últimos cincuenta años se ha fortalecido el concepto de la democracia
representativa, partiendo de la infuncionalidad de las instituciones del Estado
Dominicano. Cada uno de los organismos
que conforman el Estado ha fijado en la conciencia de las grandes mayorías
nacionales la convicción de que se impone sustituir la democracia actual por
otra diferente, distinta a la que hemos padecido y seguimos padeciendo.
106.- La democracia representativa dominicana
está secuestrada por el clientelismo fomentado por las cúpulas de los partidos
tradicionales, los cuales se han aprovechado para desnaturalizar lo que debiera
de ser la democracia real, aquella por la cual ha luchado el pueblo dominicano.
107.- Creo que la moral está determinada por
el régimen económico y social, y tiene un carácter histórico y clasista. La
ética es la ciencia, la teoría de la moral y la moralidad.
108.- El asunto de la moral es la actividad
social de los seres humanos, de su
papel en la vida y de sus relaciones concretas.
109.- Debemos de preocuparnos por fijar en cada integrante de la sociedad dominicana una organización de la conciencia común y de sentimientos de hermandad, en base a la
conducta auténtica del deber con rasgos
expresados en la ética y la política.
110.- Debemos aspirar a que los postulados de la moral y la ética sean
parte integrante de nuestras
convicciones, y cada una de nuestras actuaciones lleve
el rasgo de nuestro carácter, y
el sello de nuestro comportamiento sin importar que sea en la vida pública y privada.
VIII.- El correcto comportamiento en nuestras
relaciones con los demás debe ser lo único
que nos haga merecedores de
respeto y consideración ante nuestros conciudadanos.
112.-
La fisonomía espiritual de la persona, su actitud hacia el medio y la
conciencia que tiene de sí mismo,
depende de la sociedad en que viva. La unidad de los intereses personales
y sociales da una formidable superioridad moral al ser humano.
113.- Debemos
precisarles que sólo hemos hecho
referencia a algunos asuntos
relacionados con la actividad
política y la ausencia en la misma de la
ética, pero el estado de descomposición
ético y moral está presente en la sociedad dominicana entera; esto nos
impone abrazar la idea de que: «si el
carácter de los humanos lo crean las circunstancias, hay que humanizar las
circunstancias».
IX.- La condición de jóvenes,
estudiantes y futuros profesionales, me
motivan a dedicarles este capítulo
114.- Al exponer en charlas, conferencias o
conversatorios, me siento anímicamente bien
dependiendo del auditorio, y la
presencia de la juventud en la concurrencia me motiva a comportarme como si estuviera departiendo con mis hijos,
nietas y nietos.
115.- Debo
confesarles que hablando ante
jóvenes, estudiantes y futuros profesionales,
me siento despejado; y aprovechando este público especial
quiero manifestarles y
hacerles algunas precisiones.
116.- La juventud, como segmento de la
sociedad humana, posee características muy propias que la distingue de los demás grupos sociales
presentes en todo ordenamiento social. Aunque no hay un criterio unánime con
relación al período juvenil, partiendo del desarrollo actual del ser humano, se
admite que está comprendido entre los 14 y los 25 años, lapso de tiempo que va
desde la madurez biológica a la plena madurez social.
117.- En el comportamiento del joven se
destaca su gran dinamismo, dentro de la coyuntura social y política en la cual
desarrolla sus actividades. En los momentos en los cuales se llevan a cabo
grandes batallas entre lo nuevo y lo viejo, la juventud se manifiesta con
actitudes comunes, posiciones idénticas ante fenómenos de igual origen, que la
ubican abrazando el progreso social y libertario.
118.- En razón de su incompleta ocupación en
el seno de una estructura social, la juventud recoge fácilmente el influjo de
ideas y concepciones nuevas, renovadoras, adversas al orden social y político
dominante. La juventud, por lo general, rompe con las normas que las minorías
imponen a la gran mayoría del pueblo y se convierte en intérprete de éste.
119.- Tiene importancia la incidencia de la
juventud en la lucha política y social porque los rasgos que la caracterizan,
como son su dinamismo, su percepción de lo nuevo y la importancia que asume en
el desarrollo social, mueven hacia ella la atención de los grupos sociales
fundamentales. La juventud, por su esencia misma, se manifiesta casi en forma
unitaria, en sentido condenatorio contra las injusticias, el despotismo, a la vez que expresa con
franqueza su apego a la lucha por la libertad, demostrando entusiasmo y
disposición al sacrificio.
120.- La juventud comprende con facilidad el
rol que está llamada a jugar en cada sociedad. Ella es la expresión del futuro,
porque el futuro es su mundo y de la lucha que libre en el presente va a
depender cómo han de vivir las futuras generaciones; con un mañana de paz,
alegría, felicidad y progreso social o, por el contrario, de guerra, tristeza,
angustia, atraso y corrupción.
121.- Corresponde a la juventud impulsar
cambios para democratizar la vida institucional, para poner la cultura, la
ciencia, las artes, la educación, la salud al alcance de los que en cada país
son los más, en fin, la juventud tiene que estar a la vanguardia para situar al
ser humano como objetivo del desarrollo de la sociedad a la vez que como
supremo valor social.
122.- La lucha heroica de la juventud
dominicana se ha puesto de manifiesto cuantas veces lo ha requerido el interés
nacional poniendo sus ideas y sus esfuerzos creadores para la edificación de un
país nuevo, de una República Dominicana nueva.
123.- En estos momentos, precisamente ahora,
la juventud dominicana tiene un gran compromiso; está en el deber de elevarse,
de destacarse, de poner su reloj en hora para cambiar el estado de descomposición imperante; ella
debe señalar el camino, hacerlo con sentido realista, inteligente, pluralista;
sin sectarismo y con mucho tino y, principalmente, moverse con compromiso social,
ético y moral.
124.- No cabe duda que a un profesional
sensible, identificado con su pueblo, y que además es joven, no le queda otro camino que integrarse al
mosaico de dominicanas y dominicanos dispuestos
a construir el país que queremos y merecemos.
125.- El compromiso de la juventud, de los
profesionales con sentido social, no está limitado a su lar nativo; problemas
mundiales entrañan ser enfrentados por todos los que en el mundo se identifican
con las mejores causas, con las causas justas.
126.- Como jóvenes, estudiantes y futuros
profesionales, deben saber que están comprometidos desde el punto de vista
ético, moral y social con su pueblo y con toda la humanidad, y para cumplir su
misión en el seno de la sociedad humana tienen que hacer suya la idea de que
todos los hombres y mujeres del mundo deben tener como norte, guía y principio
la defensa de los derechos humanos y las libertades de toda la especie humana, sin importar que la defensa la
manifiesten en su lar nativo o en el extranjero.
127.-Hay un punto que quiero que ustedes no
olviden porque al recordarlo se van a sentir como profesionales nuevos,
renovados y verdaderamente libres. Lo que quiero es que todos ustedes se
identifiquen, lleven fija en su conciencia, en lo más profundo de su corazón la
solidaridad. La solidaridad es la más alta expresión de identificación y
sensibilidad en los seres humanos. Durante todo el tiempo, mientras ustedes
estén formando parte del mundo de los vivos, deben extenderles la mano
solidaria a todo aquel que precise del calor humano y de la comprensión.
X.-Algunas reflexiones mías para compartirlas
con jóvenes, estudiantes y futuros profesionales
a.- Las palabras que contiene este trabajo no
han sido escritas, ni han salido de la garganta de un monje, o fraile del siglo pasado, sino expuestas por
un ser humano nacido aquí, en este medio
preñado de vicios, de taras sociales
presentes desde hace muchos años.
b.- Quiero decirles que formo
parte de la promoción de abogados y abogadas de la UASD, de 1967; esto les dice que tengo en esta
profesión cuarenta y ocho años, lo que
me ha permitido conocer la parte fea y
bonita de la profesión, tratar con
abogados y abogadas de todos los calibres, horados y ladrones, serios y
sinvergüenzas.
c.- De las abogadas y abogados tengo la idea
formada de que los más son los mejores, los más honestos, los más dignos de ser
imitados por la presente y futuras generaciones de juristas, magistrados,
y profesionales del derecho especialistas en
todas las áreas.
d.- He
ejercido en forma intensa por espacio de 48 años. De mi comportamiento como
profesional del derecho no puedo hablar; sólo pueden hacerlo aquellos que han ejercido a mi lado, así como con
quienes he litigado, y los magistrados ante los cuales he postulado.
e.- Estoy hoy en el ejercicio
profesional pasivo; minúsculo, no por
cansancio físico ni intelectual, sino
por la forma atropellante e irrespetuosa
como ejercen algunos colegas ante
los tribunales; para seguir en mi oficio como antes tenía que amoldar mi
actitud a la intolerancia, grosería e impertinencia de desaprensivos profesionales del derecho, algo que no estoy dispuesto a tolerar.
f.-
Laborando como abogado he vivido dignamente, y formé mi familia; no he hecho fortuna económica; mi mayor satisfacción
ha sido que para vivir de mi
profesión no he tenido que renunciar a
mis convicciones ideológicas y formación doméstica.
g.- A ustedes, que son jóvenes y pronto serán profesionales
en distintas áreas, les digo que
poco importa su origen o condición social, etnia, religión o posición
ideológica; si ejercen la profesión con
apego a la ética, honestidad, decencia y
responsabilidad, la sociedad les acepta
sin discriminación o desprecio alguno.
h.-
Ningún profesional debe sentirse mal por el hecho de que
escuche a diario denuncias de acciones
dolosas ejecutadas por colegas; eso es normal en el medio social bajo el cual vivimos que cada día da signos de convertirse en un
estercolero.
i.- Los profesionales con ejercicio deshonesto no se dañan en un santiamén, se corrompen poco a poco
hasta llegar a la podredumbre.
j.-
El profesional no puede ser medio serio; serio intermedio,
serio mediano, o serio incompleto; debe ser,
pura y simplemente, íntegro,
honrado, probo; de una conducta y ética
intachable reconocida por sus colegas y
la sociedad en general.
k.- Las
actos corruptos, las maniobras extrañas en la actividad profesional tienen
que ser eliminadas. El ejemplo
de los profesionales promiscuos
no puede ser imitado; muy al
contrario, frente a esas censurables conductas, portadoras de los peores vicios de la sociedad dominicana, los decentes deben mantenerse vigilantes, levantando como modelo de ética y moral a aquellos
profesionales que dignifican su trabajo.
l.- Como
profesionales ustedes no deben desesperarse en su ejercicio por obtener amplios recursos
económicos; el dinero no da talento, capacidad ni méritos. Algunas veces sólo
sirve para satisfacer apetencias desmedidas.
ll.- La generalidad de las inconductas de
algunos profesionales es fruto de su
ambición por llegar a tener cosas materiales
utilizando como medio el ejercicio de la profesión, como si fuera tan
difícil obtener dinero en un medio como el nuestro donde se ha llegado a
aplicar el criterio de que todo se vale.
m.- Hacer dinero es tan fácil que hasta con
un susto se logra adquirir esa mercancía, sin tener que permanecer veinte años
estudiando. El que trafica con drogas pasa sustos, pero no ha requerido estudios, sacrificios ni talento para hacer
dinero.
n.- La profesión no es para hacer riquezas, sino para aportar
un servicio a la sociedad donde se ejerce; ella da prestigio y permite una vida
digna y decente; aquel que se desespera
y persigue obtener dinero sin importar
los medios, termina mal, renegando de la ética y la moral profesional
ñ.- Hay profesionales sumamente inteligentes,
laboriosos, organizados, que con su
ejercicio profesional han hecho una gran fortuna económica, pero utilizando sus
buenas cualidades profesionales en contraposición con la decencia y la ética, para hacer dinero a
la carrera.
o.- El
éxito de los profesionales no está en obtener mucho dinero de cualquier forma,
sino llegar al final del ejercicio con el respeto y la consideración de lo mejor de la sociedad de la cual forman
parte.
Santo Domingo, D.N.
15 de octubre de 2015.