Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Los pueblos de América Latina y el Caribe, miden la dignidad de sus gobiernos por la posición que adoptan en sus relaciones diplomáticas ante los Estados Unidos de Norteamérica. La vergüenza y la vileza marcan la diferencia entre honor y bajeza.
2.- La independencia política no entraña libertad cuando
organismos económicos hacen supeditar la libre determinación a lo que
conviene la política colonialista pautada en favor del imperio por el Fondo
Monetario y lo OEA.
3.- Resulta más que vergonzoso el proceder sumiso de la mayoría de los
gobiernos latinoamericanos y caribeños,
sin excluir el dominicano, ante
los dictados de Washington, específicamente en su intromisión en los
asuntos internos de la República
Bolivariana de Venezuela.
4.- El gobierno
dominicano actual, al igual que el anterior, ha enseñado la clara posición
aborregada que manda el imperio en su afán de continuar hostigando al pueblo
y al gobierno de Venezuela, todo porque
el proceso que se desarrolla en el país de Bolívar y Chávez rechaza ser manejable.
5.- Lo que ha demostrado la nueva administración
dominicana es que está dispuesta a
entregarse en los brazos de Donald Trump, con una actitud blanda, como una
ceda, de acatamiento a todo lo que sea
de interés para la política acorde a los intereses monopolistas guerreristas
que procuran el doblegamiento.
6.- La docilidad de un gobierno a los mandatos de una
potencia extranjera tiene una explicación de obediencia a intereses no
nacionales, por la entrega condicionada
a perder la independencia y la autodeterminación hasta llegando a ser un
subalterno.
7.- A cualquier dominicano o dominicana que se respete, le debe caer muy
mal, le hiere, ofende su orgullo nacional, al saber que el gobierno de su país
forma parte de la conjura internacional, patrocinada por los Estados Unidos
para eliminar el proceso democrático que lleva a cabo la mayoría del pueblo de
Venezuela.
8.- En el concierto de naciones libres y soberanas, se ve como una bufonada, mamarrachada y
absoluta ridiculez, que el gobierno dominicano le haga coro al imperio como una menudencia cualquiera,
reclamando elecciones libres en un país
soberano. Esa posición es, pura y simplemente, una ausencia de seriedad.
9.- Es una extravagancia, ponerse de ridículo, ir detrás
de los halcones de Washington en su
decisión de, bajo el argumento de derrocar a Nicolás Maduro, eliminar las
conquistas logradas por las masas populares venezolanas bajo las orientaciones
del movimiento orientado por Hugo Chávez.
10.- Los gobiernos epígonos del Grupo de Lima, haciendo
de seguidores del Donald Trump, en los golpes blandos, al estilo de Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Dilma y Evo
Morales, ahora quieren reeditar su método contra la Revolución Bolivariana,
argumentando la “dictadura de Maduro”.
11.- Lo bochornoso es oír mencionar el gobierno
dominicano en esos aprestos conspirativos y golpistas contra un gobierno
elegido por su pueblo, en un proceso electoral legal y legítimo, y solamente
impugnado por el imperio y sus deshonrosos aliados, tutelados por los Duques de
Colombia y los Bolsonaros de Brasil.
12.- El Grupo de Lima, y los vecinos de Venezuela, Brasil
y Colombia, sirven de base a las pretensiones imperiales para agredir a la
Revolución Bolivariana, utilizando argumentos
condicionados, como el informe
sobre los Derechos Humanos y otras denuncias cargadas de veneno ideológico, a
lo que también da su asentimiento el gobierno dominicano.
13.- En el preciso momento que Venezuela lleva a cabo los
preparativos para celebrar las elecciones legislativas del 6 de diciembre, el
imperio manda a sus gobiernos
subalternos a sacar debajo de la manga un infame informe dizque independiente
sobre derechos humanos que muy bien
cuadra para Colombia.
14.- Los gobiernos sin honra e irrespetuosos de la
dignidad y tradición democrática de sus pueblos, deben recibir la más
contundente movilización de masas internas e internacionales, ante cualquier
zarpazo, intentona intervencionista que ejecute el imperio contra el proceso democrático
venezolano y su legítimo gobierno presidido por Nicolás Maduro.
Santiago de los Caballeros, 21 de septiembre de 2020.