I.- La resolución del reconocimiento
1.- El día 19 del mes de julio del pasado año 2017,
mientras me encontraba en el extranjero, recibí una llamada de mi amigo, el
destacado periodista Nelson González, quien me informó que la noche anterior la
Sala Capitular de la Alcaldía de Santiago, había aprobado una resolución
mediante la cual me declara Hijo Distinguido de Santiago, por los aportes a la
sociedad dominicana.
2.- Me siento contento, alegre porque he recibido algo
que no he solicitado ni insinuado; no di a entender ni dejé entrever para que
se me otorgara. Esta distinción me ha llegado por casualidad; un incidente en
el curso de mi vida; y como ha sido algo regalado lo acepto agradecido, con
humildad, completa moderación, libre de vanidad y orgullo vano.
3.- Más que nada, la decisión emitida en torno a mi
persona puede servir como mensaje a los jóvenes del país, para que sepan que
sin sugerirlo, aspirar, proponérselo ni merecerlo, un ser humano puede ser
valorado por su actitud, por su disposición a cumplir con lo que cree es su
deber como simple ciudadano. No hay que hacer mucho esfuerzo para ser
responsable, proceder ajustándose a las convicciones y vivir para ocuparse
haciendo. Hay que hacer de servidor de
la lucha social, cívica y política sin esperar honores, gratificación,
laureles, condecoraciones, elogios y apologías de ninguna clase.
II.- He actuado por sentirme comprometido
4.- En la resolución emitida consta que el
reconocimiento se me hace por mis aportes a la sociedad dominicana. Esta
distinción es una demostración de afecto y nada más, porque mi participación
aquí y en el exterior en actividades cívicas, políticas y culturales, no es más
que el cumplimiento a lo que estoy obligado como ciudadano dominicano y del
mundo.
5.- Estar presente en el quehacer social y político,
no me hace merecedor de honores, ni mucho menos ameritar ser hijo distinguido
de mi ciudad natal, porque proceder como es debido no hace a la persona
ilustre, prestigiosa ni acreedora de méritos. Por tanto, el homenaje que se me
hace es inmerecido.
6.- No creo hacerme merecedor de honores por estar
desde la pubertad hasta mis casi 80 años de edad, cumpliendo con el oportuno
nacimiento del movimiento estudiantil; estar lidiando haciéndole fe a mi deber
para la creación de organizaciones de trabajadores y de trabajadoras; no me
hace mereciente el trajinar ante los tribunales honrando el derecho, la ley y
la majestad de la justicia, defendiendo a los perseguidos políticos; no me hace
titular de distinciones estar donde debo de estar llevando orientación por
diferentes medios de comunicación, en universidades, centros escolares, clubes
y sociedades culturales, en fin, no me hace digno de alabanzas, títulos,
aplausos ni agasajos procurar sembrar ideas para que en el país nuestro exista
un ambiente de decencia, honradez y esté libre de las taras que dañan al ser
humano.
7.- A un munícipe cualquiera no hay que calificarlo ni
individualizarlo como prominente por
acatar lo que le dicta su conciencia; obedecer a lo que mandan las
circunstancias; ajustarse al mandato de los tiempos; sujetarse a los reclamos
de la comunidad donde vive; desempeñarse con el convencimiento de que obra para
hacer el ambiente viable y menos pesada la carga que llevan encima los
oprimidos de la tierra.
III.- El deber de cumplir con sentido y contenido
social
8.- Ha sido y es mi deber por formar parte de la
sociedad dominicana incidir en la vida pública con el objetivo de contribuir,
dentro de mis posibilidades, a la solución de los problemas que afectan a la
comunidad en el orden económico, político y social.
9.- Sentirse comprometido entraña obligación. Mi
participación pública ha respondido y responde a mi deber como un ente social
que se ha impuesto la misión de contribuir para que disfrutemos de un mejor
país, y ha aceptado como un mandato de su conciencia ejecutar sin esperar
recompensa alguna, porque los deberes con sentido y contenido social deben ser
materializados con la convicción de que se aporta para la generalidad de los
integrantes de la sociedad.
10.- No escapa a mi conocimiento que comprometerse
como ciudadano es procurar crear un ambiente adecuado para lo que en verdad se
llama pueblo alcance su desarrollo integral en el orden material y espiritual.
Además, creo que lo que se hace voluntariamente y sin requerimiento alguno, no
tiene otra compensación que el deber cumplido. La satisfacción de actuar acorde
con el pensamiento es la única retribución a que debe aspirar aquel que hace
honor a sus principios poniéndolos en práctica para que su país avance en lo
económico, en el adecentamiento de la vida pública, en lo social e
institucional.
11.- Sin justificación de ninguna índole, me creo
estar en la obligación de patrocinar y respaldar un ordenamiento económico que
satisfaga las aspiraciones más sentidas por las grandes mayorías nacionales,
donde imperen normas éticas y morales aceptadas y cumplidas por gobernantes y
gobernados.
IV.- Este reconocimiento me mantiene igual entre mis
semejantes
12.- Este reconocimiento no me envalentona porque no
he hecho más que actuar como me lo dicta mi conciencia, que me ha mandado a
cumplir. El homenaje no me motiva envanecerme porque no he hecho nada para
vanagloriarme. Esta distinción no me hace creer haber crecido por encima de mis
coterráneos y conciudadanos.
13.- La palabra distinguido no me lleva a creerme
desigual, distinto a todas y a todos los dominicanos que han hecho aportes a la
lucha democrática, muchos de los cuales ya no forman parte del mundo de los
vivos porque fueron eliminados físicamente por gobiernos odiosos y despóticos
que hemos padecido en distintas coyunturas de la vida política nacional.
14.- Me creo igual a los hombres y a las mujeres del
pueblo, desde las más humildes hasta las más encumbradas que día a día se
preocupan para llegar a tener un mejor país. Soy semejante a los que practican
la solidaridad; parejo con los que creen
que un país mejor es posible; estoy hermanado con todos los seres
humanos que piensan que hay que desterrar de la faz de la tierra la
desigualdad, la discriminación, la guerra, y la opresión social en todas sus
expresiones.
15.- Con este hermoso acto, que se hace más bonito con
la presencia de todas y todos los que me han acompañado, me siento ser el mismo
que nació en este Santiago querido, el circundado por el Yaque, desde donde mi
madre extrajo las aguas para lavar mi cuerpo cuando nací, y es mi deseo que el
día que muera, si todavía tiene agua, con las mismas mis deudos laven mis
culpas.
16.- Finalmente, porque me sale del alma, desde lo más
profundo de mi corazón, quiero concluir esta exposición diciendo que este
reconocimiento se lo dedico a mi madre María Idalia Veras, que ayer cumplió 41
años de fallecida, y a doña Thelma Gómez de Guillen, y con ella a todas las
madres de Los Panfleteros de Santiago, que ayer cumplieron 58 años de haber
sido asesinados y desaparecidos sus cadáveres.
Santiago de los Caballeros,
30 de enero de 2018.