viernes, 23 de febrero de 2018

Recordando a formadores de nuestro Santiago

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

En un trabajo anterior, con el título: “Acostumbrarnos a respetar las formas”, escribí lo siguiente: Formar a ciudadanas y ciudadanos para que en el futuro actúen apegados a principios y normas, de correcto comportamiento, es moldearlos a los fines de que ejecuten sus actos en base a como han sido configuradas para el buen actuar. Darle forma al cerebro del ser humano partiendo de la instrucción, es prepararlo para que materialice luego lo aprendido durante el aprendizaje. Todos aquellos que nos formamos conforme la instrucción escolar de la década del treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta del siglo pasado, somos testigos de los métodos utilizados por nuestros maestros y maestras para que, con ejemplos prácticos, sacados de la cotidianidad, nos formáramos la idea de cómo actuar; la forma de conducirnos en cualquier actividad. Ellos nos aconsejaban, señalaban un modelo y la forma de manejarnos.

Ahora, en el presente escrito, me voy a referir a aquellos que en la ciudad de Santiago de los Caballeros, formaron ciudadanas y ciudadanos de ejemplar comportamiento.

I.- Formadores de la juventud del Santiago de ayer

1.- La especie humana, la más alta expresión del desarrollo de los animales en la tierra, manifiesta el avance de su pensamiento no por  lo que produce, sino por la forma como lo produce. Cada época de la humanidad representa un avance en la producción de los instrumentos utilizados por el ser humano para adaptar la naturaleza a su conveniencia, dependiendo de las necesidades que van surgiendo conforme el nivel de civilización. Mientras el animal se adapta al medio, el hombre y la mujer luchan para que se acoja a la vida social.

2.- Por el solo hecho del nacimiento del niño o de la niña no se perfeccionan sus sentimientos, la voluntad ni la conducta. Se requiere la intervención de un conductor; un guía que aconseje, dirija y oriente; que sepa señalar como conducirse en el medio social. No basta tener el don, la actitud para hacer algo; las habilidades hay que educarlas, pulirlas y formarlas.

3.- No es al azar, por casualidad, por cuestiones del destino ni por fortuna que una determinada generación de mujeres y hombres tienen un comportamiento correcto o incorrecto. Para el individuo demostrar estar bien disciplinado, necesariamente debe de haber contado con formadores que se ocuparon de prepararlo; organizarle su inteligencia, tutelarla de tal forma que pruebe haber sido debidamente instruido. No basta estar dotado de talento si no está de por medio quien lo sepa educar.

4.- La juventud de tiempos pasados que estudió en la ciudad de Santiago de los Caballeros, en los grados  sexto,  séptimo y octavo, así como en el bachillerato, si era inteligente se graduó bien formada porque tenía como instructores a maestros que fueron una especie de tallistas, porque hacían obra de arte partiendo de la excelente actitud de muchos de sus alumnos. El trabajo que ejecutaban en Santiago los educadores de antaño, lo hacían utilizando diferentes formas ordenadas y sistemáticas, para darle elegante preparación al material humano que se afanaban por tallar con elegancia.

5.- Santiago de los Caballeros, contó con maestros y maestras que se preocupaban para que sus discípulos salieran de las aulas con una formación integral exquisita; se comportara en el futuro como  un ente social depurado, con las condiciones necesarias para ser una ciudadana o un  ciudadano  excelente, para que en el mañana no fuera un vulgar, grosero, alguien de poca monta.

6.- Aquel que ayer recibió enseñanza en colegios privados o escuelas públicas de Santiago de los Caballeros, el día que abandonó las aulas siguió siendo un ser humano hecho para que en el curso de su existencia sirviera de modelo en su vida pública y privada, porque había sido orientado para que continuara actuando bien, no solo como un futuro profesional, sino también ser ejemplo de gran hijo, modelo de padre y, en sentido general, una persona que podía servir de viva estampa de todo aquello a que se dedicara.

7.- Sin lugar a dudas, fue un privilegio para la juventud de Santiago de los Caballeros, en su momento tener como maestros y maestras a Ana Pepín, Fela Santaella, Ana Gómez de Lora, Blanca Mascaro, Rosalina Tolentino, Ana Josefa Jiménez, Teolinda Páez; Melania Guareño, Zunilda Méndez, María Matilde Jiménez, Bernarda Padilla Jiménez, Dilia y Elsa Tolentino; Luis Tejada, Luz de Tejada, Francisco Pepín, Felipe Joaquín Santiago, Onésimo Jiménez, A. Smith, Héctor José Medrano, Hilan Morillo, Altagracia Silverio, Melania de Brea, Clara Díaz de Peralta, Francisco Abinader, Justo Manuel Román, Juan José Estévez, Eugenio de Jesús Marcano F., José Rivero Orellana, Teresa Rojas de Cantisano, Estela Estrella, Hilda de Ordex, Lilin Perello, Lily Lubrano, Ana Feliciano, Rafael Estévez Cabrera, M. Brito Mata, Altagracia-Tatá- Franco, Milagros y Julia Hernández, Rosa del Castillo, Rafael Álvarez, Eunisis Soriano, Federico Izquierdo, Altagracia Iglesias; a Juanito Rojas, Elsa Brito, Altagracia y Chamela Vincen, Rosario y Minerva Germosén, Jully Estrella, Pedro Jaime Tineo Tejada, Juan Bautista Rojas, Pedro Rojas, Francisco Tavarez, Minerva Fermín, Mirta Román, Mariana y Carmen Pichardo, Rafael Ramos, Anacaona Almonte, Julio Cesar Curiel, Mercedes Carmen Rojas, Juan Eligio Rodríguez, Jorgito Webber, y otros que sirvieron como símbolo a nivel de la educación intermedia y secundaria en Santiago. Ellos personifican, representan una época de oro del magisterio nacional.

8.- La obra de las profesoras y los profesores antes señalados quedó expresada en jovencitas y jovencitos talentosos, poseedores de inteligencia fuera de serie, verdaderos cerebros. Hechura de esos maestros son los brillantes ingenieros Eulogio Santaella U., Nelson Luna H. y José Ramón Bonilla A.; los médicos Eduardo Segura A., Pedro Luis Veras, Lowell Whipple Llenas, Joaquín Álvarez y Santos Telésforo Gómez V.; y abogados de la talla de Salvador Jorge Blanco, Luis Bircann R., Rafael R. Martínez, Luisa Jorge García,  José Augusto Vega Imbert, así como otros profesionales destacados; educados, preparados y adiestrados bajo la dirección de pedagogos que en un espacio de tiempo supieron engrandecer a sus brillantes alumnos.

9.- La sociedad dominicana ha contado y todavía cuenta con muchos de los destacados profesionales ya citados, porque ellos, además de ser sumamente talentosos, tuvieron como maestros que mencionarlos trae a la memoria tiempos en los cuales el magisterio nacional se encargó de darle forma, fraguar a grupos de formidables bachilleres que todavía hoy sirven de ejemplo por su excepcional preparación.

10.- No toda persona reúne las condiciones para bien enseñar porque se requiere tener el don de preparar, dirigir y civilizar, algo de lo que solo son poseedores aquellos que llegan a ser pedagogos por vocación; los que demuestran inclinación para enseñar con el esmero que impone quitarle la tosquedad hasta el más rudo puliéndolo. Para refinar mediante la instrucción hay que tener gusto, disposición, mantenerse propenso para desbastar con estilo.

11.- Los maestros y las maestras del Santiago anterior, estaban llenos de humanismo, formados para educar a jóvenes a los fines de que se levantaran llenos de bondad, generosidad, compasión y demás virtudes que adornan al hombre o mujer sensible. Aquellos que se integraron al magisterio por gusto, por las aptitudes que tenían para educar, sabían hacer ciudadanos y ciudadanas humanizándolos con dulzura y ternura.

12.- Aquellos que recibieron la enseñanza en los centros escolares bajo la dirección de los preceptores de Santiago a los cuales me he referido, y otros que ahora escapan a mi memoria, además de aprender los principios generales de las materias indicadas en los programas, fueron adiestrados para comportarse correctamente; ser atentos y exhibir fina cortesía. El país tiene todavía hoy mujeres y hombres bien enseñados, por aquellos que hicieron de sus discípulos personas civilizadas, de comportamiento delicado.

13.- Todavía andan por ahí santiagueros y santiagueras que se formaron en tiempos pasados, exhibiendo la conducta, los conocimientos y modales aprendidos por la enseñanza que recibieron de aquellos maestros que glorifican, honran el magisterio nacional de toda una época educando en el Liceo Ulises Francisco Espaillat; en las escuelas México, Peña y Reynoso, Cuba, Colombia, Paraguay, Generalísimo y Venezuela; y en los colegios  Nuestra Señora del Carmen, Ercilia Pepín, Neysa, La Salle, Sagrado Corazón de Jesús, Instituto Iberia, Evangélico, Santa Ana, San José y Cibao, o en la Academia Santiago.

II.- Las cualidades que adornaban a los formadores del ser humano de ayer

14.- Las cualidades que acompañaban a los educadores y a las educadoras de nuestro Santiago de ayer, servían para identificarlos como seres humanos excepcionales, porque demostraron ser verdaderos formadores con atributos propios de padres y de maestros. Ellos supieron enseñar disciplinando, pero también metiendo en razón, apretándole las tuercas a los indisciplinados que pretendían desconocer las reglas que imperaban en las aulas.

15.- Aquellos maestros y maestras fueron fieles cumplidores de su deber, y les recuerdo con amor, respeto y suma distinción porque se dedicaron a su trabajo demostrando integridad, honestidad y capacidad. Probaron ser rectos y coherentes en su prédica y actuaciones; quisieron que sus alumnos llegaran a ser ciudadanos y ciudadanas ejemplos de moralidad, decencia y probidad.

16.- Quienes tuvimos la dicha de observar y comprobar el comportamiento de los educadores de épocas pasadas, hoy nos damos cuenta que fueron personas que habían abrazado la enseñanza como un compromiso con el país y aspiraban a que su obra, la formación de sus alumnos, fuera consumada a la perfección, a cabalidad, con buen remate, lista para formar parte de la sociedad.

17.- A nuestros maestros y maestras les recordamos con agrado; retenemos en nuestro cerebro su forma de ser; rememoramos el trato que nos dispensaban. Tenemos grabados momentos inolvidables que nos motivan a perpetuarlos, inmortalizarlos por llegar a ser hasta cómplices de acciones conspirativas. Se ganaron nuestra confianza por su franqueza, familiaridad y llaneza. Se hicieron conocedores de nuestras andanzas amorosas, correrías políticas y de aventuras propias de la juventud.

18.- Cómo no tener presente a doña Tatá Iglesias, que con la misma cortesía que nos regañaba por estar molestando al compañero, también nos dispensaba una sonrisa por explicarle correctamente el tema de la clase en discusión. De igual manera tenemos que recordar al profesor Juan José Estévez, por ser sumamente estricto, rígido al momento de reclamar el desarrollo de un punto cualquiera de gramática castellana, un capítulo de El Quijote, o los datos biográficos de un escritor, poeta, dramaturgo o cuentista español.

19.- El agradable trato, la cordialidad expresada y el interés por educar en forma integral a quienes recibíamos sus enseñanzas, sirve para comprobar que en una determinada etapa el servicio educativo del país contó con personas que hicieron aportes significativos; indicativos que prueban que se dedicaron con entusiasmo, responsabilidad y amor a la misión que consideraban les había sido encomendada por la sociedad. El deber cumplido daba satisfacción a nuestros pasados educadores.


Santiago de los Caballeros,
17 de febrero de 2017.

Negro Veras: http://www.lainformacion.com.do/noticias/opinion/c...

Negro Veras: http://www.lainformacion.com.do/noticias/opinion/c...: http://www.lainformacion.com.do/noticias/opinion/columnas/11495/agradecido-de-su-ejemplo Agradecido de su ejemplo   José Jordi Vera...

martes, 6 de febrero de 2018


http://www.lainformacion.com.do/noticias/opinion/columnas/11495/agradecido-de-su-ejemplo

Agradecido de su ejemplo

José Jordi Veras R. 
José Jordi Veras R.
José Jordi Veras R. | ACTUALIZADO 05.02.2018 - 7:41 pm
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El pasado martes treinta de enero de los corrientes, es del conocimiento de la opinión pública, del acto que le fue dedicado a nuestro padre, por el Consejo de Regidores y la Alcaldía de Santiago, declarándolo como hijo distinguido. Esta actividad fue de mucha emotividad para que quienes como familia estuvimos presentes en el mismo.  Fue además la muestra de cariño y apoyo, de parte de amigos y seres queridos, que hizo el mismo aún más emotivo.
   
Las muestras de solidaridad no se hicieron esperar por redes sociales y de otra índole, haciendo que todo cuanto expresaban que de una forma o de otra, la vida de mi padre, ha sido fecunda y aplicada con el ejemplo.
   
Uno de tantos escritos que pudimos tener a mano, es el que a seguidas citaremos y está hecho de la mano del periodista y columnista, Nelson Rodríguez, del Diario Libre, que en su sección, No Respondo, indicó, lo siguiente:
   
“El pasado martes no hubo espacio para más emociones en la sala de sesiones del cabildo de Santiago, donde fue declarado “Hijo Distinguido” de la ciudad el prestigioso jurista Ramón Antonio –Negro- Veras. Son muchos mis años a su lado, y siempre lo veo, como en el discurso que pronunció, más enérgico y aferrado a sus convicciones. A Negro lo vi resucitar de entre los muertos el primero de mayo de 1972 cuando luego de una brutal golpiza policial lo metieron en el baúl de un carro y lo tiraron en la morgue del Cabral y Báez; lo he visto al lado de los braceros haitianos enfrentando a los negocios turbios de los poderosos de ambos lados de la isla; lo he visto llorar de rabia e impotencia por la seguridad de su familia y cuando los métodos intimidantes del narcotráfico tocaron la puerta de su casa; lo vi desandar el mundo para denunciar la violación de los Derechos Humanos e invertir los mejores días de su profesión de abogado en la defensa gratuita de los presos políticos. En lo que nunca he visto a Negro Veras es en negociar sus principios ni vender su conciencia, lo que hace más que merecido ese reconocimiento”.
   
Al igual que la primera ocasión que tuvimos  la oportunidad de leerlo, nos emocionamos como ahora al redactar el presente.      Entre muchas emociones encontradas, nos sale sentirnos agradecido de Dios, por tener una  referencia de vida que nos ha ayudado a caminar y sentirnos dignos, con principios y valores.

lunes, 5 de febrero de 2018

Acostumbrarnos a respetar las formas

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- La buena formación


1.- La formación que una persona recibe  la acompañará en todo el curso de su existencia; será la guía de sus actividades laborales, familiares, intelectuales, sociales y morales. De las instrucciones que asimilamos va a depender nuestra actuación en el medio donde desarrollamos distintas acciones ante los demás. Los sólidos conocimientos adquiridos hacen posible desenvolvernos y llegar a ser formales, conscientes  y cumplidores con responsabilidad de aquello a que nos dedicamos.

2.- Formar a ciudadanos y ciudadanas para que en el futuro actúen  apegados a principios y normas de decencia, de correcto  comportamiento, es moldearlas a los fines de que ejecuten sus actos en base a como han sido configuradas para el buen actuar. Darle forma al cerebro del ser humano partiendo de la instrucción, es prepararlo para que materialice luego lo aprendido durante el aprendizaje.

3.- Todos aquellos que nos formamos conforme la instrucción escolar de la década del treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta del siglo pasado, somos testigos de los métodos utilizados por nuestros maestros y maestras para que, con ejemplos prácticos, sacados de la cotidianidad, nos formáramos la idea de cómo actuar; la forma de conducirnos en cualquier actividad. Ellos nos aconsejaban, señalaban un modelo y la forma de manejarnos.

4.- En los centros escolares de ayer, los instructores nuestros se preocupaban para que tuviéramos una formación integral, lo más completa  posible, con el claro objetivo de que adquiriéramos  conocimientos no solamente teóricos, sino también prácticos. Nuestros orientadores se las ingeniaban para que nos acostumbráramos a razonar, partiendo de una realidad objetiva, que fuéramos mujeres y  hombres portadores de ideas con referentes a los cuales podíamos señalar para no caer en lo especulativo.

5.- Los maestros y las maestras de ayer, en las aulas nos mantenían cautivos, capturaban nuestra atención con prédicas que prendían de inmediato en nosotros. Resultaba fascinante, escuchar a un profesor o a una profesora en un lenguaje sencillo explicando la forma como debe actuar una persona en el arte u oficio que ejecuta. Siempre resultaban edificantes las motivaciones que nos daban nuestros instructores para que, en el mañana, actuáramos como personas hechas para hacer las cosas a la perfección o lo mejor dentro de lo humanamente posible.

6.- El niño o la niña aprende con suma facilidad si en la explicación que se le da se conectan los principios generales de la materia que se le ofrece, con un ejemplo. Las ideas se fijan en la mente cuando se articula lo narrado con la estructuración de un objeto que las enlaza. El que recibe la instrucción en forma natural y sencilla, no tiene que hacer mucho esfuerzo para acoplar espontáneamente en su cerebro lo que se ha querido que comprenda.

II.- Enseñar con ejemplos

7.- Nuestros preceptores  se esforzaban, hacían hincapié en el sentido de que sin importar a lo que nos dedicáramos debíamos de ser si no el mejor, uno de los mejores; que no debíamos de hacer las cosas para salir del paso, sino demostrar ser conocedores de lo que estábamos ejecutando; que en cada actuación debía de quedar el distintivo  de que lo llevado a cabo había sido producido poniendo en práctica talento, vergüenza y respeto a la formalidad; con los requisitos que manda lo encargado para que la obra concluida quede divinamente, a las mil maravillas.

8.- Los educadores y las educadoras que tuvimos la dicha de tener en el pasado, no desperdiciaban lo más mínimo para que lo por ellas expuesto no quedara en el aire; en pura verborrea, simple fraseología. Se ocupaban  de que aquellos que les escuchábamos, les tomáramos la palabra punto por punto, al pie de lo explicado, con la firme intención de que lo que saliera de la boca de ellos no se tomara como pura retórica.

9.- Al hacer este escrito me llega a la memoria lo ocurrido en el curso de una clase impartida por un profesor nuestro de octavo grado en la materia de moral y cívica. En un momento en el cual el maestro hablaba sobre el bien hacer las cosas por el ciudadano o la ciudadana, uno de mis compañeros le preguntó: “si mañana yo quiero ser limpiabotas, cochero o médico, ¿cómo debo actuar?”  El profesor, con toda su calma, le respondió al estudiante que en la próxima tanda correspondiente a la asignatura le daría una explicación con ejemplos de cada uno de los oficios y de la profesión señalada.

10.- El profesor de moral y cívica, luego de saludar y pasar lista, “dijo: la pregunta que me hizo el estudiante fulano de tal, la voy a responder y mi contestación la hago extensiva a todos los presentes; con relación a ser limpiabotas, deben comportarse decentes, ser respetuosos y honestos; limpiar los zapatos con meticulosidad; usar la tinta, la pasta, el cepillo y el paño  con esmero, y al final de su labor cobrar lo justo; al despedirse de sus clientes no olvidar un gesto de cariño acompañado de un hasta pronto y que pase un feliz día; como ejemplo de un limpiabotas,-siguió diciendo el profesor-, les pido que observen en el parque Duarte, de aquí de Santiago, a José Pérez, -Julito-, que lustrando zapatos se gana la vida, lo hace bien y es querido”.

11.- Continuando con su exposición, nuestro profesor dijo: “Si en el mañana la actividad laboral de uno cualquiera de ustedes es la de cochero, debe estar siempre bien aseado; comportarse con mucha gentileza, sin importarle que quien haga uso de sus servicios, sea un joven o un anciano, una mujer o un hombre; un sobrio o un borracho; listos para darle servicio a todo aquel que lo requiera; tener siempre el control de las riendas para que el o los caballos no se muevan sin control; el cochero eficiente en Santiago debe actuar como Antonio Gómez-Cundo-”.

12.- Al hablarnos de las condiciones que debía reunir quien aspiraba a ser médico, nuestro maestro comenzó diciendo: “Quiero que sepan que aquel de ustedes que se incline por la carrera de medicina debe estar preparado para ser un entregado a su profesión; darse por entero para curar enfermos, salvar vidas y, fundamentalmente, ejercer con devoción, entero entusiasmo; el dinero no debe estar nunca por encima de la salud de sus pacientes; la sociedad dominicana se sentiría bien si uno de ustedes llega a ser un médico de familia de la talla del doctor José de Jesús Jiménez”.

13.- Las citadas explicaciones del profesor de moral y cívica prueban   que formar a una persona para que se comporte adecuadamente tiene que ser obra de un orientador que aspira a que aquel a quien enseña observe escrupulosamente las reglas de comportamiento. El adiestramiento en cualquier materia que se imparte debe buscar darle forma para que el educado lleve a la práctica en forma debida las normas que lo hacen un ente social en condiciones de compartir con civilidad.

14.- Aquel que ha tenido una buena formación educativa la expresa en la actividad habitual que realiza, sin importar que sea como triciclero, médico, abogado o payaso. El hombre o la mujer formado correctamente debe actuar para hacer sentir bien a los demás, no para sembrar cizaña, discordia y prejuicio; no como el cizañero que prueba disfrutar el chisme, y las palabras hirientes que lanza cuando comprueba que con sus actuaciones daña, estropea y perjudica a quienes son de nobles sentimientos. La maldad es de la esencia del malévolo, del perverso que se siente realizado haciendo diabluras, murmurando y echando maldiciones a los buenos, a los bondadosos.

15.- Las educadoras y los educadores de ayer se interesaban por entregarles a la comunidad personas eminentes; excelentes ciudadanos y ciudadanas preparados para servir con calidad en cualquier actividad. La orientación recibida por un estudiante, proveniente de un maestro capaz, jamás da demostración de mediocridad, exhibe vulgaridad, ni cae en ser insignificante. La fanfarronería, jactancia y presuntuosidad que observamos hoy en muchas personas demuestran estar formadas para ser fantoches, huérfanas de modestia y sencillez.

16.- La persona educada para el buen comportamiento desarrolla su actividad laboral en los marcos de la decencia y la prudencia. En el seno de la sociedad cada quien actúa acorde con la instrucción recibida, de donde resulta que el limpiabotas, el abogado o el periodista debe estar preparado para ejecutar su oficio o profesión sin convertirse en un individuo fastidioso, detestable, intolerable, pesado y de mal gusto. Es penoso tener que reconocer que en nuestro medio sin elegancia alguna el caradura, desvergonzado y fresco ha llegado a atraer con majaderías,  pamplinadas y  sandeces.

III.- Necesidad de crear conciencia sana

17.- Es una necesidad comenzar a crear conciencia en el seno de nuestro pueblo en el sentido de que se impone formar ciudadanos y ciudadanas que procedan en forma cuidadosa para que den demostración de ser escrupulosos  y se desempeñen con absoluto esmero. No podemos continuar aplaudiendo, haciéndole gracia a aquellos que tratan a los demás como si en este país para todo predominara la chapucería. El ser humano hay que orientarlo para que todo lo que haga sea bien hecho, y no ejecute como el charanguero.

18.- A la niñez dominicana hay que educarla, formarla, advertirla para que lo que decida hacer lo realice con elegancia; que demuestre estilo, dandismo en lo que haga; enseñarla que es de mal gusto accionar fuera de tono, de medio pelo, con vulgaridad. El país necesita contar con personas prestas a afanarse, a remirarse para que no siga destacándose el negligente, el que actúa con dejadez y sin formalidad alguna.

19.- Es menester convencer a lo mejor de nuestro pueblo que no debemos continuar aceptando como bueno y válido, acoger como si nada, que cualquier descalificado se imponga con un estilo, una forma de actuar que desdice mucho de lo que es una comunidad de personas civilizadas. La vulgaridad, la chabacanería y la ramplonería, no deben motivar ovaciones, sino reprobación, total censura.

20.- No debemos seguir aceptando que un afrentoso cualquiera pueda estropear nuestra alegría y tranquilidad irrespetando las formas del normal comportamiento que se impone en cualquier actividad. Se hace necesario poner en su puesto a los necios que con sus actuaciones de mal gusto dañan y nos impiden reír, procurando  con sus majaderías hacerse los célebres; con expresiones de mal gusto, arrebatarnos el disfrute de los pasatiempos que nos sacan del aburrimiento.


Santiago de los Caballeros,

8 de enero de 2018.

jueves, 1 de febrero de 2018

Por fin, ganamos. Somos campeones


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- No me creo  adivinador, clarividente, hechicero ni brujo. Pura y simplemente en  béisbol hago uso del sentido común, ligándolo con la realidad, lo que me permite formarme convicciones y así  no caer en vacilaciones, andar con titubeos.

2.- Al hacer un análisis sobre un hecho cualquiera no me dejo  dominar por el fanatismo que solo conduce al apasionamiento,  y  la  obsesión que reduce la libertad de pensar. La  simpatía que tengo por el equipo de béisbol Águilas Cibaeñas, no me guía a la ofuscación,  a desconocer su fortaleza o debilidad, ni mucho  menos a no  aceptar,  si  existe,    la superioridad de sus adversarios.

3.- El conjunto aguilucho rompió las predicciones que muchos habíamos hecho antes y durante la serie final.  Se fueron al suelo las conjeturas; se impuso la  destreza, la agilidad,  el saber hacer en el momento adecuado y poniendo en ejecución la actitud, la desenvoltura y maestría que se requiere en un deporte que, como el béisbol,  es de conjunto, se juega en equipo.

4.- Al  ganar hoy  su  campeonato  número 21, el equipo  Águilas Cibaeñas demuestra que si es glorioso,  porque además de ser  el que mayor cantidad de campeonatos ha ganado en menos tiempo,  es el único  conjunto de la pelota profesional dominicana que  le tiene ganada la serie particular   a todos los otros, incluyendo a los finados Caimanes del Sur. También en la novena cibaeña es donde han militado los peloteros que tienen los records de más sencillos, más dobles, más triples,  y más bases robadas en la pelota rentada de República Dominicana. Esto es lo que se llama un equipo lleno de gloria.

5.- Las Águilas  Cibaeñas,  con el triunfo de esta noche   han hecho una  proeza que le devuelve su brillo como uno de los equipos más aguerridos en el béisbol caribeño.

6.- Las Águilas  Cibaeñas,  necesitaban ganar este campeonato por necesidad histórica deportiva, para recobrar el amor propio, levantar el ánimo a sus simpatizantes y, fundamentalmente,  tomar nuevamente  la ruta ganadora, el trayecto que había perdido de equipo ganador y batallador.

7.- Me alegro, porque ganó el equipo de mi simpatía. Pero lo que más me hace sentir como una pascua, es que el triunfo aguilucho ha llegado estando  en la presidencia del conjunto  Chilote Llenas, mi hermano, mi amigo histórico, el hijo de Aracelis y Antonio.

8.- Los liceístas   deben sentirse avergonzados, abochornados, porque después de  estar  muy orondos,  hoy se ven humillados.  De muy engreídos y presuntuosos, han pasado a ser hazmerreir; reducidos de gloriosos a condenados, réprobos, sentenciados a la burla beisbolera.

9.- Nuevamente los liceístas se llegaron a creer que en verdad su equipo era un Tigre, una pantera, una fiera en el terreno de juego; pero el Licey se comportó  como un inofensivo  gatito, felino raquítico, un mizo sin uñas ni dientes.

10.- Por piedad hacia los que sufren, compasión a los desvalidos, por humanidad para  con los atormentados, por mi total sensibilidad hacia los angustiados, me uno al dolor que vivamente hoy les  lesiona, la tribulación que enloquece, les  acongoja,  la amargura que acompaña a los alicaídos seguidores del equipo Licey, y en especial  a  los deudos  Altagracia Salazar, Eric Raful, José Armando   Polanco Gómez, Bienvenido Rojas, Rey Santos, Ulises de Beras, Radhámes Bonilla y  Luis Amilkar Gómez, entre otros.

Santiago de los Caballeros,

31 de enero de 2018.

Palabras del doctor Ramón Antonio Veras, en el acto con motivo de ser reconocido como Hijo Distinguido de la ciudad de Santiago de los Caballeros



Por: Ramón Antonio Veras.

I.- La resolución del reconocimiento

1.- El día 19 del mes de julio del pasado año 2017, mientras me encontraba en el extranjero, recibí una llamada de mi amigo, el destacado periodista Nelson González, quien me informó que la noche anterior la Sala Capitular de la Alcaldía de Santiago, había aprobado una resolución mediante la cual me declara Hijo Distinguido de Santiago, por los aportes a la sociedad dominicana.

2.- Me siento contento, alegre porque he recibido algo que no he solicitado ni insinuado; no di a entender ni dejé entrever para que se me otorgara. Esta distinción me ha llegado por casualidad; un incidente en el curso de mi vida; y como ha sido algo regalado lo acepto agradecido, con humildad, completa moderación, libre de vanidad y orgullo vano.

3.- Más que nada, la decisión emitida en torno a mi persona puede servir como mensaje a los jóvenes del país, para que sepan que sin sugerirlo, aspirar, proponérselo ni merecerlo, un ser humano puede ser valorado por su actitud, por su disposición a cumplir con lo que cree es su deber como simple ciudadano. No hay que hacer mucho esfuerzo para ser responsable, proceder ajustándose a las convicciones y vivir para ocuparse haciendo. Hay que  hacer de servidor de la lucha social, cívica y política sin esperar honores, gratificación, laureles, condecoraciones, elogios y apologías de ninguna clase.

II.- He actuado por sentirme comprometido

4.- En la resolución emitida consta que el reconocimiento se me hace por mis aportes a la sociedad dominicana. Esta distinción es una demostración de afecto y nada más, porque mi participación aquí y en el exterior en actividades cívicas, políticas y culturales, no es más que el cumplimiento a lo que estoy obligado como ciudadano dominicano y del mundo.

5.- Estar presente en el quehacer social y político, no me hace merecedor de honores, ni mucho menos ameritar ser hijo distinguido de mi ciudad natal, porque proceder como es debido no hace a la persona ilustre, prestigiosa ni acreedora de méritos. Por tanto, el homenaje que se me hace es inmerecido.

6.- No creo hacerme merecedor de honores por estar desde la pubertad hasta mis casi 80 años de edad, cumpliendo con el oportuno nacimiento del movimiento estudiantil; estar lidiando haciéndole fe a mi deber para la creación de organizaciones de trabajadores y de trabajadoras; no me hace mereciente el trajinar ante los tribunales honrando el derecho, la ley y la majestad de la justicia, defendiendo a los perseguidos políticos; no me hace titular de distinciones estar donde debo de estar llevando orientación por diferentes medios de comunicación, en universidades, centros escolares, clubes y sociedades culturales, en fin, no me hace digno de alabanzas, títulos, aplausos ni agasajos procurar sembrar ideas para que en el país nuestro exista un ambiente de decencia, honradez y esté libre de las taras que dañan al ser humano.

7.- A un munícipe cualquiera no hay que calificarlo ni individualizarlo  como prominente por acatar lo que le dicta su conciencia; obedecer a lo que mandan las circunstancias; ajustarse al mandato de los tiempos; sujetarse a los reclamos de la comunidad donde vive; desempeñarse con el convencimiento de que obra para hacer el ambiente viable y menos pesada la carga que llevan encima los oprimidos de la tierra.

III.- El deber de cumplir con sentido y contenido social

8.- Ha sido y es mi deber por formar parte de la sociedad dominicana incidir en la vida pública con el objetivo de contribuir, dentro de mis posibilidades, a la solución de los problemas que afectan a la comunidad en el orden económico, político y social.

9.- Sentirse comprometido entraña obligación. Mi participación pública ha respondido y responde a mi deber como un ente social que se ha impuesto la misión de contribuir para que disfrutemos de un mejor país, y ha aceptado como un mandato de su conciencia ejecutar sin esperar recompensa alguna, porque los deberes con sentido y contenido social deben ser materializados con la convicción de que se aporta para la generalidad de los integrantes de la sociedad.

10.- No escapa a mi conocimiento que comprometerse como ciudadano es procurar crear un ambiente adecuado para lo que en verdad se llama pueblo alcance su desarrollo integral en el orden material y espiritual. Además, creo que lo que se hace voluntariamente y sin requerimiento alguno, no tiene otra compensación que el deber cumplido. La satisfacción de actuar acorde con el pensamiento es la única retribución a que debe aspirar aquel que hace honor a sus principios poniéndolos en práctica para que su país avance en lo económico, en el adecentamiento de la vida pública, en lo social e institucional.

11.- Sin justificación de ninguna índole, me creo estar en la obligación de patrocinar y respaldar un ordenamiento económico que satisfaga las aspiraciones más sentidas por las grandes mayorías nacionales, donde imperen normas éticas y morales aceptadas y cumplidas por gobernantes y gobernados.

IV.- Este reconocimiento me mantiene igual entre mis semejantes

12.- Este reconocimiento no me envalentona porque no he hecho más que actuar como me lo dicta mi conciencia, que me ha mandado a cumplir. El homenaje no me motiva envanecerme porque no he hecho nada para vanagloriarme. Esta distinción no me hace creer haber crecido por encima de mis coterráneos y conciudadanos.

13.- La palabra distinguido no me lleva a creerme desigual, distinto a todas y a todos los dominicanos que han hecho aportes a la lucha democrática, muchos de los cuales ya no forman parte del mundo de los vivos porque fueron eliminados físicamente por gobiernos odiosos y despóticos que hemos padecido en distintas coyunturas de la vida política nacional.

14.- Me creo igual a los hombres y a las mujeres del pueblo, desde las más humildes hasta las más encumbradas que día a día se preocupan para llegar a tener un mejor país. Soy semejante a los que practican la solidaridad; parejo con los que creen  que un país mejor es posible; estoy hermanado con todos los seres humanos que piensan que hay que desterrar de la faz de la tierra la desigualdad, la discriminación, la guerra, y la opresión social en todas sus expresiones.

15.- Con este hermoso acto, que se hace más bonito con la presencia de todas y todos los que me han acompañado, me siento ser el mismo que nació en este Santiago querido, el circundado por el Yaque, desde donde mi madre extrajo las aguas para lavar mi cuerpo cuando nací, y es mi deseo que el día que muera, si todavía tiene agua, con las mismas mis deudos laven mis culpas.

16.- Finalmente, porque me sale del alma, desde lo más profundo de mi corazón, quiero concluir esta exposición diciendo que este reconocimiento se lo dedico a mi madre María Idalia Veras, que ayer cumplió 41 años de fallecida, y a doña Thelma Gómez de Guillen, y con ella a todas las madres de Los Panfleteros de Santiago, que ayer cumplieron 58 años de haber sido asesinados y desaparecidos sus cadáveres.


Santiago de los Caballeros,
30 de enero de 2018.







El que subestima es un mezquino

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

a.- A ningún ser humano la resulta fácil vivir en un medio lesionado por vicios sociales que de una u otra forma inciden en el proceder de los integrantes de la comunidad. Por más sociable, comunicable y abierta que sea una persona, de seguro que se encontrará con el insociable indeseable que solo merece estar junto a su semejante la mala hierba.

b.- El infame hace todo lo posible para que alguien se sienta mal; busca los calificativos más odiosos para censurarlo en forma despiadada; procura increparlo haciéndole sentir una porquería. El oprobioso no acepta nada positivo en quien es noble, digno y de vivir honorable; lo que busca es hacerlo sentir como un infeliz desagraciado.

I.- Ese es el que subestima

1.- En un ambiente donde abundan los envidiosos y malvados resulta difícil compartir con grupos que no pueden mantener armonía, permanecer en sincera concordia con aquellos que tienen como línea de vida la dignidad, el decoro, la escrupulosidad, la vergüenza y el amor propio. Aquí hay todo un abanico de sectores sociales que se afanan, se esfuerzan, pujan hasta lo último para subestimar a quien no acepta tranquilamente ser atomizado en su conducta y hoja limpia de vida.

2.- De los tantos subproductos sociales que genera el ordenamiento económico y social que hoy padecemos, sobresale aquel que tiene como línea subestimar a los demás. El que subestima se anima reduciendo a quien se ha elevado por su decisión de triunfar; minimizando los méritos que alcanza quien por su talento se destaca. El que coloca por el suelo al exitoso es ese miserable ignominioso que carece por completo de bondad.

3.- Uno de los métodos que utiliza aquel que cultiva disminuir a otro es presentarse como sobresaliente. Al venderse preclaro y desbordado de talento, el que subestima se considera sobrenatural, a la vez que pone a los demás como poca cosa, un carajo a la vela. Es normal ver al presumido que subestima hacer alarde de que es brillante, haciéndose el gallo para desigualarse y llamar la atención.

4.- El que subestima es un individuo sinuoso, aunque aparente ser muy recto en sus reflexiones; simulando proceder sincero, para disminuir a los demás en sus buenas cualidades comienza elogiando, encomiando, engrandeciendo, pero finalmente termina denostando, demostrando que es un hipócrita, preparado para loar y denigrar.

5.- Una de las habilidades de los que subestiman es la de hacer creer que sus criterios son equilibrados, muy mesurados, pero una vez tienen la oportunidad de valorar a alguien en sus positivas actuaciones, prueban ser exagerados al no reconocer el valor que tiene una persona cualquiera por su hidalguía en el medio donde se desenvuelve.

6.- Ese individuo que se mantiene calladito, que no se deja sentir en el lugar donde se encuentra, es posible que sea un camaján, artista de la argucia, modelo para tergiversar la buena conducta del ciudadano o la munícipe virtuosa. El que subestima a los virtuosos permanece armado de murmuración, listo para tachar.

7.- Aquel que solo sabe fastidiar subestimando a los triunfadores, mentalmente se siente impedido de aceptar la realidad de la grandeza de quienes logran méritos en base a esfuerzo, dedicación y disciplina. La pequeñez de ecuanimidad esta en aquellos que, huérfanos de objetividad, tienen su mente cerrada, nublada, además de que la nostalgia por el triunfo ajeno les priva de ser nobles y libres de pensamiento para aceptar a los grandes por su talento.

8.- El que busca reducir, subestimar o de cualquier forma desvalorizar a otro, casi siempre se aprovecha de una chanza, recurre a una broma cargada de puro veneno. El puyazo, el escarnio lo trae a colocación en condición guasa, pero con la marcada intención de con una envoltura de chiste poner por el piso la voluntad de la víctima subestimada.

9.- Por lo general, el individuo que goza subestimando, hace uso de un lenguaje mordaz, con el fin de que llegue al corazón de aquel a quien busca lesionar anímicamente. El que quiere reducir a otro rebusca la expresión más incisiva y lacerante. Al lanzar la idea que mortifica, el malvado que subestima persigue bajarle la autoestima a su víctima.

10.- Las veces que el desvalorizador no puede liquidar a los que son brillantes seres humanos, entonces se ocupa de sembrar la duda, expresándose: “dicen que es inteligente, pero…; escribe mucho y bien, aunque…; es una persona honesta, empero… El dañoso hace gala de la ambigüedad, lo cuestionable y de lo incierto, con el fin de eliminar toda claridad, la certidumbre de las condiciones que elevan a quienes tratan de subestimar.

11.- En el código mental de quien está formado para subestimar, no existe la palabra exaltar, porque se siente mal encumbrando al meritorio. Lo suyo es derribar el buen estado de ánimo de quienes se levantan por su capacidad y perseverancia. El que reduce a los talentosos solo disfruta criticando, vilipendiando sin justificación alguna. Nunca encomia a otro el que goza derrocando la alta fuerza creadora de los exitosos.

12.- Aquel que tiene por norma subestimar, su forma de pensar está organizada con la suma de resentimiento, envidia, odio, mezquindades, pedantería, insignificancia, humillación, ninguneo, infravalorar y todo aquello que entraña mirar a los demás por encima del hombro. La figura de quien menosprecia, su composición personal lo hace hermano gemelo del malvado; compinche del intrigante; aliado impúdico del cínico, y asociado de aquellos que existen en el medio social nuestro para hacer desaire, ultrajar, despotricar y porquerizar a quien es de valía en la sociedad.

13.- Es una norma de quien desvaloriza a otro, no reconocer virtudes. Lo suyo es manejarse en forma despectiva cuando se habla de las excelentes cualidades de una persona meritoria; mantiene a flor de labios los calificativos más despreciativos en busca de despedazar, reducir la grandeza de aquel que se ha elevado conservando dignidad y decoro. La fama bien ganada no la acepta el que subestima que hace todo lo necesario para ensuciarla, porque desairar al excelente es un don suyo.

14.- Aquel que subestima procura por todos los medios creerse un ser humano que tiene sobradas condiciones intelectuales para impresionar en el ambiente donde se mueve, por lo que permanentemente está ejecutando acciones para deslumbrar y así desvalorizar a quien busca subestimar. Reducir a la nada a quien tiene muchas luces, gran inteligencia, es un objetivo de quien se cree predestinado para opacar virtudes.

15.- El que mengua las reales cualidades de los demás, se infravalora y con su supervaloración trata de descollar, aunque no sea más que un insignificante. Es normal en el que subestima colocarse como excelente, inmejorable, para calificar al brillante como mala prenda, persona desastrosa que nada aporta por ser una derrota viviente.

II.- Subestimando a los humildes

16.- Los logros legítimamente alcanzados por aquel que proviene de un hogar de padres pobres, siempre recibirán la opinión banal de quien subestima, que no resiste el triunfo de los exitosos. La victoria de los humildes son insustanciales, irrelevantes y subvaloradas por aquellos que no aceptan poner de relieve las conquistas obtenidas por los que se imponen por tener voluntad de campeones, de paladines.

17.- El ser humano humilde y talentoso constituye un estorbo para quienes están listos para minimizar la grandeza de quien se ha levantado desde los más bajos estratos de la sociedad, y sobresale en cualquier actividad a que se dedique. Quitar importancia es muy propio de los que menosprecian la trascendencia de los triunfadores.

18.- Fulano de tal, el hijo de la madre trabajadora doméstica, que es sumamente talentoso, si se destaca como excelente poeta, pintor o escritor, debe estar preparado para ser desconsiderado, ofendido por quien hace de subestimar una actuación viciosa. Desairar a quien sobresale teniendo un origen de marginado social, deleita a quien desvaloriza en procura de empequeñecer su fama y recortar reconocimiento público sensato.

19.- Ese que anda por ahí con su lengua venenosa, es el mismo que subestima a quien es muy inteligente y tiene condiciones para cantar, pintar o escribir. Por ejemplo, las habilidades para redactar que tiene el hijo del limpiabotas, el que subestima las pulveriza lanzando la especie de que no sabe escribir, sino que es amanuense de mengano, que sí tiene excelente estilo de escritor. El que se vanagloria, el pagado de sí mismo, es el jactancioso que para darse importancia reduce, subestima al ser humano sencillo, de origen y proceder humilde. 

III.- Liberarnos de quien subestima

20.- Si aspiramos a vivir en una sociedad en la cual el ser humano sea lo primero y más importante, estamos en el deber de comenzar por eliminar del medio nuestro todo aquello que afecta a los integrantes de la comunidad, como es hacer que desaparezcan los vicios que motivan congoja, inquietud y tosigo: humillación, afrenta, desprecio y otras actuaciones que, como subestimar, causan fastidio. Si estamos formados para querer, expresar amor y ser solidarios, estamos impedidos para generar desaliento en los demás.

 21.- A las niñas y a los niños hay que educarlos para que se afiancen la idea de que no es persona de bien aquella que subestima, menosprecia y en general desvaloriza a los demás. Conviene instruirlos para que sepan que dañar, mortificar y angustiar a otro es propio de individuos que carecen de sensibilidad, y es por lo que se ocupan de herir el amor propio de todo ser humano meritorio, estimable y que por sus virtudes merece ser exaltado. Además, procede inculcarle a la niñez que aquel que tiene por costumbre subestimar, no debe ser objeto de odio, sino digno de lastima por ser víctima de una tara social que reduce a quien la utiliza habitualmente pretendiendo rebajar la grandeza de quienes se elevan por sus virtudes.
             
22.- A las mujeres y a los hombres de nuestro país, que se han levantado en base a sacrificios, honradez y laboriosidad, hay que hacerles saber que no deben caer en la frustración, desilusionarse ni sentirse fracasados por las opiniones que puedan emitir aquellos que solo saben subestimar los logros de los triunfadores, de los brillantes, de los que aportan a la sociedad humana; avanzan por el camino del desarrollo, y hacen causa común con todos aquellos que se afanan por vivir en un ambiente no degradado en lo ético y moral.

23.- Debemos estar convencidos de que aquel que subestima a otro está mentalmente dominado por la vileza y, por tanto, es un despreciable mezquino incapaz de reconocer los valores que adornan la persona del ser humano digno, noble y decente. Ante las mezquindades de los que pretenden reducir la grandeza de los triunfadores, debe imponerse la indiferencia. 


Santiago de los Caballeros,

23 de enero de 2018.

Otro vaticinio cumplido

Por: Ramón Antonio Veras.

El béisbol es un deporte no fácil de predecir sus resultados, porque en el mismo intervienen factores que van desde las habilidades de los jugadores hasta la mercancía dinero.  No obstante,  un análisis minucioso puede permitir anunciar cuál sería el resultado de un encuentro  o una serie de partidos. 

Un día antes de comenzar el  Round Robin,  entre los equipos Gigantes del Cibao, Leones del Escogido,  Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas, en el curso de una  conversación  sostenida con el  productor de televisión Haime Thomas,  este me preguntó  cuáles irían a la final. Le respondí a mi amigo que en la final estarían Licey y Águilas.

Al día siguiente del coloquio,  Haime,  en el segmento  La Hora Estelar, le comunicó a su compañero Carlos Manuel Estrella,  cuál había sido mi pronóstico. Precisamente, en estos momentos  acaba de concluir el Round Robin, y los conjuntos que van a discutir el campeonato son  Tigres del Licey y  Águilas Cibaeñas, tal como lo había previsto.

En otro orden, la debilidad de las Águilas Cibaeñas, para enfrentarse al Licey, está en el picheo intermedio. Al  conjunto aguilucho se le hace difícil conservar la ventaja, si la tiene, del sexto al octavo inning. Además, la ausencia de Zoilo Almonte, representa una debilidad en la ofensiva del equipo   cibaeño. Ahora mismo, no sé los jugadores escogidos por las Águilas Cibaeñas, en la repartición de los jugadores pertenecientes a los descartados Leones del Escogido y Gigantes del Cibao.


Santiago de los Caballeros,

22 de enero de 2018.

La narración hoy del béisbol


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- La generación de dominicanas y dominicanos de la que formo parte, ha tenido la dicha de haber escuchado a narradores de béisbol que les daban elegancia por su forma de relatar el juego. La exposición con calidad del pasatiempo beisbolero está en extinción, porque no abundan narradores como Billy Berroa, Lilín Díaz, Félix Acosta Núñez, Eliseo Cabrera, Fidencio Garris, Yoyo Rodríguez; Manolo de la Reguera, Rafael –El Dinámico- Rubí, Buck Canel, Pancho Pepe Cróquer, Felo Ramírez y otros que fueron modelos de su profesión.

2.- Por ejemplo, Santiago de los Caballeros,  ha contado con cronistas como Ramón de Luna y Papi Pimentel que, en su oportunidad, dieron cátedra de lo que es detallar con exquisito profesionalismo un encuentro de béisbol. En la actualidad, Santana Martínez, Kevin Cabral y Mendy López, describen los encuentros y hacen uso del humor como si estuvieran dando una grata charla orientadora.

3.- Los juegos narrados por Osvaldo Rodríguez Suncar, desde San Pedro de Macorís, Ricky Noboa en San Francisco de Macorís y en la capital dominicana por Rooseverlt Comarazamy, llevan a quienes les escuchan a sentirse que están en el estadio presenciando el espectáculo.

4.- El béisbol, en un país civilizado es una diversión familiar respetada por todas y todos  los que en ella intervienen, desde los jugadores que están en el terreno hasta los que narran.

5.- Cualquier actividad laboral pagada puede ser ejecutada de buen gusto, en forma exquisita, o inelegante dependiendo de la persona que la realiza. Todo depende de cómo el actor quiera llevar a cabo su obra. De igual manera, se puede trabajar con el fin de ser célebre con gracia y sentido de humor, o ser un divertido que desagrada.

6.- Encender el radio o la televisión para disfrutar el relato de un juego de béisbol, es algo que la persona física mentalmente se prepara para deleitarse encontrándose a gusto, pero no para padecer, sentirse burlada y apesadumbrada.

7.- Escuchar o ver un juego de pelota es recrear el espíritu, pero no debe convertirse en una pesadilla por la narración burlesca. El sarcasmo no motiva alegría, genera fastidio, y nadie decide oír un juego para sentirse objeto de puyas de mal gusto.

8.- Por el estado de agrietamiento que se encuentra hoy la sociedad dominicana, ningún ser humano con sano juicio puede pensar que la narración del béisbol va a tener, en su generalidad, expositores que respeten a los fanáticos, que hagan su trabajo con exquisitez, finura. El ambiente dominicano de hoy no está para delicadeza, suavidad y respeto. Lo que se está imponiendo es la chercha, sin importar que quien la percibe  se sienta a disgusto u objeto de burla. Al parecer, para algunos narradores es muy difícil la combinación de hacer el trabajo con profesionalidad, mantener la simpatía por su equipo y ser respetuoso.



Santiago de los Caballeros, 19 de enero de 2018.

La misión de los forjadores del futuro

Por: Ramón Antonio Veras.


1.- Un ordenamiento económico y social es altamente valorado por la mayoría de la población por los logros obtenidos en el orden material y espiritual. Tener la posibilidad de desarrollarse física y culturalmente, solo se alcanza en un sistema que pone en primer plano al ser humano. El bienestar guarda relación directa con la forma de cómo está organizada la sociedad.

2.- El día martes 2 de enero en curso, 2018, un distinguido amigo que produce un programa de televisión que se origina en la ciudad de Santiago de los Caballeros, me invitó a participar en compañía suya en un conversatorio televisivo. En una parte de mi intervención expuse que es mi deseo que en el nuevo año los padres y los maestros hagan ingentes esfuerzos para que cada uno desde su espacio, hogar y escuela, realice significativos aportes para que nuestros niños y niñas aprovechen al máximo la enseñanza que reciban. La instrucción ocupa el lugar principal en el sistema de la organización de la existencia del ser humano.

3.- La ayuda de más valor hecha a una persona es hacerla acreedora comprobada de buenas cualidades asimiladas en el círculo familiar y escolar. Las particularidades que identifican positivamente a ciudadanos y ciudadanas son el resultado de lo que aprendieron de sus ascendientes y preceptores. La manera de ser en la sociedad en general, es la que se ha adquirido en el núcleo familiar y pulida en los centros escolares.

4.- Corresponde a los padres y a los maestros entregarles a la sociedad entes sociales de buenas costumbres; que se destaquen por probada integridad y conducta ejemplar. En la medida que se forman personas de elevada condición cívica y ciudadana, el país se fortalece porque va a contar con grupos humanos que aportan representatividad por su correcto proceder fruto de una exquisita educación.

5.- El esfuerzo de los padres y de los maestros se comprueba una vez se embarcan en darles una orientación correcta a niños y niñas que están bajo su responsabilidad. Es demostración de querer encaminar correctamente a los hombres y mujeres del futuro cuando los orientadores dirigen sus mensajes para que sean bien recibidos por aquellos que mañana están llamados a ser modelos de sus conciudadanos. Cautivar la voluntad mediante una prédica edificante es obra de quienes procuran adornar el pensamiento con ideas que sirvan para hacer mejores personas en sus actuaciones.

6.- Si al frente del hogar y de las escuelas están personas interesadas en desempeñar  fielmente su misión formadora de niñas y niños, pueden disciplinar con calidad, guiar con buen tino y preparar el pensamiento de los que en el porvenir serán ciudadanos y ciudadanas prototipo de seriedad, sensatez, formalidad y buenos modales. Fomentar la decencia, promover la honestidad, animar el deseo de ser libre, es avivar, empujar a la niñez para que en la adultez esté apegada a la vida correcta en el seno de su comunidad.

7.- A los niños y a las niñas hay que educarles para que en el futuro procedan como adultos de actuar sencillo, libres de vicios sociales que, como la arrogancia y el engreimiento, en nada contribuyen a la buena acogida. El altanero es visto como el individuo de educación limitada que lleno de vanidad y muy presumido, se cree que está por encima del bien y del mal, y siempre listo para con su trato malvado hacer sentir mal a otro, aunque finalmente termina siendo repugnante.

8.- Al país le conviene tener mujeres y hombres bien criados; con educación excelente y correctamente adoctrinados a los fines de que en sus relaciones con los demás puedan dar demostración de haber sido instruidos para que se comporten con amabilidad, urbanismo y cortesía. Es de suma importancia disciplinar a los niños y a las niñas para que no se comporten exhibiendo mala educación.

9.- Civilizar, dirigir bien a los que en el mañana están llamadas a accionar en distintas actividades públicas y privadas, es cumplir una función social, ya sea como padre o maestro. Estimular a niños y niñas para que sean productivos, es crearles el sentido de la eficiencia para que aporten al país, sean de utilidad, aptos para desempeñarse con total idoneidad.

10.- De la buena formación de nuestros chavalitos va a depender que podamos sentar las bases para construir un país nuevo, con personas en condiciones de identificarse con los cambios sociales, económicos, políticos e institucionales a que aspiramos y merecemos. El ser humano debidamente preparado está en condiciones de hacer causa común con las fuerzas motrices que en cada coyuntura histórica se adhieren, hacen coro con los que levantan la voz demandando transformaciones.

11.- En los hogares y en las escuelas hay que ir formando el ser humano sensible, afectivo, para que aprenda a hacer suya la idea de la solidaridad, que es la más alta expresión de sensibilidad. Ser solidario, fraterno, entraña estar al lado de las causas justas, e impulsa a respaldar los movimientos de contenido social. Educar en la adhesión elimina la posibilidad de aceptar el egoísmo, el individualismo y el particularismo, así como todo aquello que motiva indolencia y dejadez.

12.- La práctica de la vida nos ha enseñado que la persona cuyos padres la educan con principios sólidos de honradez, sinceridad, laboriosidad, responsabilidad, honestidad y fraternidad, llega a ser un ciudadano o una ciudadana de bien, de fino trato, diligente, tolerante, generosa, compasiva y siempre en disposición de servir. La educación doméstica fija en la mente de los niños y de las niñas conocimientos que se convierten en componentes, fundamentos de buena conducta, constituyentes de ejemplar vida pública y privada.

13.- Los padres y los maestros son los llamados a preparar a los dominicanos y a las dominicanas para que nuestro país esté compuesto por personas probadas en la decencia, moderación y honestidad; solamente así vamos a contar con mujeres y hombres respetados y respetables por proceder de manera decente. Ajustar los actos a la decencia es demostrar apego a normas de conducta acrisolada adquirida por la instrucción impartida en un hogar modelo y escuela de excelencia educativa.

14.- Necesitamos comenzar a desarrollar a dominicanos y a dominicanas  virtuosas que sirvan de ejemplo en la sociedad en el orden ético y moral, con la suficiente fortaleza educativa para resistir las tentaciones nocivas que puedan supervivir de un ordenamiento generador de taras que dañan a los seres humanos. El hecho de aleccionar a niños y niñas para que sean poseedoras de ideas de superación, hace posible tener admirables miembros en la comunidad. Enseñar las buenas actuaciones es una contribución a las futuras generaciones para ser motivadoras e incitar a la virtud y la disposición hacia el bien. Los méritos sirven para apreciar, calificar y distinguir a los miembros prominentes en un ambiente específico.

15.- Nuestro país necesita contar con personas que por la educación que les transmiten sus padres y les enseñan en las escuelas, se comporten con limpieza en sus actuaciones. Solo así olvidaremos las inconductas que ahora muestran determinados sectores que prueban que no fueron educados en honradez, probidad, compostura y modestia. La deshonestidad no tiene espacio en la mente de aquellos que fueron orientados en base a la pureza, el recato y la integridad. Los desvergonzados, los descarados se mueven bien allí donde no se tiene la honradez como signo de buena crianza en el hogar y de pedagogos cumplidores de su misión de instruir.

16.- Para bien educar a sus descendientes, no basta el papá y la mamá tratarlos con mucho cariño y complacerlos en sus reclamos materiales. Lo que importa es formarlos en valores, enseñándoles la forma correcta de cómo deben comportarse en el medio donde accionan. Debemos hacerles saber a nuestros hijos e hijas que como actúan en sus relaciones con los demás, va a depender la consideración de que se harán merecedores. El canalla no tiene calidad moral para reclamar distinción de honorable.

17.- La buena formación que padres y maestros les den, respectivamente, a vástagos y alumnos, va a permitir que nos olvidemos de las lacras que hoy lamentamos sufrir, entre las que se destacan corrupción, drogadicción, narcotráfico, sicariato, feminicidios, ladronismo, sinvergüencería, deshonestidad, así como degradación ética y moral. A nuestros chiquillos debemos levantarlos con principios arraigados, incrustados en su conciencia para eliminar del ambiente dominicano todo lo que representa asesinato, crimen, delincuente, degeneración, así como aquellos fenómenos que hacen posible la vigencia de tachas que lesionan a cualquier pueblo civilizado.

18.- Si el hogar y la escuela cumplen fielmente su misión educadora, de seguro que las generaciones venideras recordaran las tachas que hoy nos lesionan, como afrentas de un pasado vergonzoso que como seres humanos sufrimos. No debemos seguir viviendo bajo agravio, escarnio, insolencia, vituperio y contumelia.  Merecemos vivir en un ambiente que no se fundamente en la preponderancia de los que degradan, deshonran, humillan, avergüenzan, abruman, en fin, toda esa escoria social que solo nos trae tristeza.

19.- En los hogares, los padres, y en las escuelas, los maestros, están en el deber de convertirse en los forjadores de los dominicanos y las dominicanas que queremos sean los ciudadanos y las ciudadanas con los cuales debemos contar en la República Dominicana; con una formación apegada a la laboriosidad, el amor a los demás, la hidalguía ciudadana y el sentido de la colaboración  basada en principios éticos y morales que tengan por base una ideología humanista, fundamentado el proceder en un ideario que descanse en convicciones fruto de una prédica cargada de mensajes que pongan como objetivo principal servirle a la sociedad.

20.- La mayor gloria que puede alcanzar la familia y la escuela dominicana en todo el siglo 21, es formar para el futuro del país a seres humanos que se destaquen por sentirse orgullosos de haber sido educados con fina sensibilidad; instruidos en principios éticos y morales basados en querer a sus semejantes; instruir para ser luchadores políticos y sociales contra la desigualdad y la discriminación de cualquier naturaleza. En fin, preparados para demostrar amor y no odio; sinceridad y no falsedad, solidaridad y no individualismo, generosidad y no egoísmo, honestidad y no corrupción.


21.- El esfuerzo que hagan los padres y los maestros en la formación de la niñez del país, será compensado con la satisfacción que van a tener por el deber cumplido; y saber que su batallar no fue en vano porque se impulsaron a los fines de que su deseo fuera la halagadora realidad de dejar mujeres y hombres de buen proceder. Empeñarse por aportar en el orden social es entregarse a la comunidad para el disfrute de toda la sociedad.